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Juan José Docampo “Chencho campos” | Músico y actor

“Los años ochenta fueron un torbellino de ilusión y revolución musical”

El polifacético artista estradense repasa su trayectoria como músico y su aventura posterior como actor

Chencho posa con la guitarra que le regalaron con nueve años y con la que empezó a tocar (en el centro). A los lados imágenes de actuaciones en la televisión o en una abarrotada Plaza Roja de Santiago, con el grupo Stereo Clan o, ya más adelante, en su faceta como actor.

Cantante, guitarrista, compositor, escritor, actor... Chencho Campos siempre ha tenido mil caras. Bajo todas ellas se esconde Juan José Docampo, un niño de A Estrada que desde muy pequeño supo que lo suyo era la música.

–Háblenos de sus comienzos en la música en A Estrada. ¿Cuándo y cómo comenzó a tocar?

–Cuando era un enano iba todas las noches a la leñera de la chimenea de casa y cogía un palo que después rasgaba como si fuese una guitarra. Un día no lo hice y mi padre me insistió en que había una. Fui y cogí el primero que encontré. Mira bien, mira bien. Me asomé y allí estaba: un guitarrista de juguete. Creo que en ese momento fue cuando quedé enganchado para siempre. A los nueve años los Reyes me trajeron la primera de verdad, una española que, por supuesto, todavía conservo.

Ahí empezó todo, y a los diez años compuse mi primera canción. Esa era mi ilusión: componer, hacer canciones que jamás se habrían escuchado en este universo si yo no hubiese nacido. Para mí era algo así como una motivación cósmica. (risas).

“Los años ochenta fueron un torbellino de ilusión y revolución musical”

–¿Por qué formaciones fue pasando?

–A los 11 años entré a formar parte del grupo “Los TNT” como bajista junto a Nacho Porto y Juan y Germán Blanco. Fue una experiencia maravillosa que creo que ha marcado nuestras vidas. Muchas actuaciones y experiencias graciosas e inolvidables. Concretamente, para mí, la que me hace más gracia me hace ahora, fue una en el Club Náutico de Vigo. Después de que los demás componentes convencieran a mis padres de que me levantaran un castigo y me dejasen ir, nos había fallado el transportista habitual y nos llevó el material un tipo que tenía una furgoneta de Piensos Sanders. Menuda vergüenza descargarla delante de tantos niños y niñas de nuestra edad. Pero bueno, lo importante es que al final fue un éxito.

Chencho Campos, en su faceta de actor

Después, ya más crecido, Gali, Jano, Gens y yo creamos el grupo “Vértigo”, en el que yo componía y cantaba. Más tarde lo renombramos “Suspensión de Pagos” y empezaron las primeras actuaciones televisivas. Todo un reto, teniendo en cuenta que en los años ochenta no era habitual que te pusiesen una cámara delante. –Tocó superar el miedo escénico. –Nos enfrentaremos a él y vencimos.

Además, la productora Nuevos Medios, que había sacado a “Radio Futura” y “Golpes Bajos”, se interesó en sacarnos el primer disco. Pero el resultado de las mezclas que hicieron con la grabación que nos pagó Vicente Jorro en Madrid, no nos convencieron y llamé a Cucha Salazar (directora de promoción) y le dije que no se lo entregábamos porque estaba muy lejos de nuestra idea de sonido y sobraban muchos efectos no deseados. Tremenda metedura de pata, y además, un error irremediable; aún no sabíamos que quien manda es el productor. En fin, que Cucha me dijo que lo lamentaba mucho, y al poco tiempo sacaron a Martirio.

Tocando en la Plaza Roja de Santiago

Después lideré “Stereo Clan” y “Tierra Trágame”, grupo con el que tocamos en la Ascensión de Santiago y salió genial. Tanto es así, que Alberto Comesaña, de “Amistades Peligrosas”, muy majo, me acompañó a varias discográficas madrileñas para dejar el VHS, vídeo que está ahora en mi canal de YouTube. Pero la cosa se había multiplicado mucho en diez años. Recuerdo la estanterías de Nuevos Medios llenas de cintas por escuchar. Imagínate en los noventa. A él y a Cristina del Valle les gustaban algunas de nuestras canciones. Se lo comentaba hace poco y ella se acordaba perfectamente, como yo tampoco olvidaré oírlos canturrear “hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano”. Por cierto, ahora vuelven a la brecha. Algo que me alegra mucho y en lo que les deseo una suerte de nuevos éxitos.

El grupo Stereo Clan

–¿Cómo recuerda aquellos años ochenta?

–Como un torbellino de ilusión y revolución musical. De pronto, salían grupos de debajo de las piedras. Despegaban y aparecían formaciones como “Golpes Bajos”, “Aerolíneas Federales”, etc. Y lo que hasta entonces había parecido un meta inalcanzable, se estaba convirtiendo en un horizonte no tan lejano.

–Fue una época además especial para la música.

–Ya lo creo. Y lo sigue siendo. Cada vez más gente joven la está redescubriendo y eso me encanta. Bueno, y me gustaría mucho ver a unos cuantos reguetoneros, que no ha escuchado otra cosa en su vida, abriendo sus oídos un poco más.

A mí, como músico, me ha marcado y la sigo escuchando prácticamente a diario en mis paseos. Podría decirte decenas de canciones que me encantan y cuya influencia recibo con agradecimiento. No sería la primera vez que alguien comenta de un tema mío que tiene un toque ochentero. No me disgusta, al contrario.

–¿De dónde le viene su nombre artístico?

–Bueno, voy a intentar resumirlo. Cuando era pequeñín mi madre me contaba cuentos de un Chencho rabudo que habitaba en el Somoza y eso hizo que para mí Chencho Docampo sonara como especie y su origen. De hecho en el único cortometraje que he escrito y dirigido, la dirección y guión las firmo como JDocampo y la BSO como Chencho Campos.

Por otro lado, Campos es el apellido que debería tener si no se hubiesen equivocado en el registro de nacimiento de mi padre. Mi abuelo era Ramón Campos. Así que de elegir un seudónimo por qué no Chencho Campos. Y ése fue el que elegí como actor protagonista en el largometraje “Ni en sueños”, de Alber Ponte. A partir de ahí se fue quedando y cuando me di cuenta ya había dado demasiados pasos como para volver a cero. Además, Chencho Campos es un personaje soñador y el otro es el rabudo que tiene DNI y paga a Hacienda (risas).

–Luego se fue alejando de los escenarios como músico, aunque continuó como compositor, especialmente para bandas sonoras.

–Sí, la verdad es que lo de actor nunca fue mi pasión y preferí trabajar detrás de cámara como compositor. Hasta que me ofrecieron un papel principal en una obra de Ditea Teatro de Cámara y a partir de ahí volví a hacer algunos pinitos como intérprete en series como Serramoura o Pazo de Familia. Pero la música ha prevalecido como inquietud y he conseguido una nominación en los premios AGAPI y un Roel a la mejor música original en el Festival Nacional de Cortometrajes de Medina del Campo.

“Me aferré a la música como un flotador en una tormenta”

–Ahora ha retomado usted la composición y la música. Háblenos de ese retorno.

–Bueno, digamos que, tras una larga y difícil temporada a nivel personal y familiar, me aferré a la música como un flotador en medio de una tormenta perfecta, y me está ayudando muchísimo a cerrar un libro de tristeza y dolor; a recuperar la ilusión y a echar fuera esas cosas que ocupan demasiado espacio en tu interior y asfixian las que en realidad importan.

–Paralelamente ha ido desarrollando otra faceta como actor. ¿Cómo surgió?

–Como ya te decía, es uno de los campos que nunca busqué y acabé en él de forma casual cuando, hace muchos años, me ofrecieron un papel en un cortometraje. Y de ahí, fueron saliendo otras cosas. Y así… Hoy en día no me inquieta en absoluto y de hecho quiero centrarme en lo que siempre ha sido mi pasión: la música. De hecho, he renunciado a algunos papeles por cuestión de fechas, y eso me ha ido apartando. Nadie entiende que digas que no a un papelito en “Fariña”, por ejemplo, y posiblemente no te vuelvan a llamar por esa misma razón. Como actor tuve la suerte de vivir el cine, el teatro y la televisión, desde dentro, y gracias a eso he conocido a gente maravillosa y he hecho muchos nuevos amigos. Es difícil imaginar desde fuera todo el trabajo que hay detrás. Tanto a nivel artístico, como técnico o de producción. Es un mundo maravilloso con resultados, las más de las veces, también maravillosos.

–Teatro, cine, música… ¿Con qué se queda?

–Sin duda con la música y, después, el teatro. Estar sobre un escenario es una sensación maravillosa cuando das vida a un personaje y tienes al público ahí. Ahora estoy componiendo nuevas canciones y subiéndolas a Facebook y YouTube como maquetas con vídeo, y espero que algún día pueda regrabarlas con los medios necesarios para un resultado profesional.

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