Recuerdo como si fuese ayer que todo el mundo deseaba que fuese su profesor. Su carácter afable y su buen humor se apreciaban también en las aulas. Tenía fama de explicar las matemáticas como ninguno y también de saber cuándo era momento de hacer una pausa en la jornada lectiva para arrancar una sonrisa a sus niños. Sin embargo, Manuel Somoza Carbón cambió ayer el semblante de muchas generaciones de estradenses, pintando un gesto triste en sus caras. El que fue concejal en la corporación municipal durante dos décadas se fue sin hacer ruido. A Estrada dijo adiós a un exedil pero, sobre todo, despidió a un maestro.

Somoza entró en la política municipal en 1987, de la mano de Elvira Fernández. Formó parte de la candidatura que esta lideró y que se hizo con el bastón de mando del municipio. Continuó junto a ella, quedándose después durante el gobierno de Ramón Campos Durán, hasta que en 2007 dejó su labor de dos décadas como concejal de un modo completamente discreto.

Protección Civil

Hombre de carácter alegre y afable, Somoza Carbón deja su sello en la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil, de la que fue uno de los fundadores y su primer presidente, recibiendo años después el título de presidente de honor. A lo largo de su quehacer político dirigió los departamentos municipales de Cultura, Deportes y Medio Rural, este último durante su etapa final como concejal, entregándose al recorrido por todas las parroquias estradenses con su compañero de fatigas, el que fue técnico de Rural Moncho Brea. “Era una persona con mucho sentido del humor y a la que le gustaba el trato cercano”, recordaba ayer Chus Fernández Bascuas, con quien coincidió Somoza en la creación de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil que se bautizó con el nombre del patrón estradense, San Paio. “Se hizo la primera intervención a finales de 1992 y los estatutos fueron a pleno en febrero del 93”, recordó. Somoza fue el primer dirigente de aquella unidad que serviría de germen para el actual servicio municipal de Emerxencias.

El fallecimiento de Somoza se produce semanas después del de Manuel Otero Espiño. Fueron compañeros de corporación, aunque en partidos rivales. Sin embargo, ambos eran de los que entendían la política con una visión amplia, que sabían separar el tirarse los trastos durante un debate en el salón de sesiones con el seguir siendo tan vecinos y tan amigos al salir por la puerta.

En la labor docente de Somoza Carbón serán muchas las generaciones de estradenses que lo recuerden. A muchos de sus alumnos se les dibujará una sonrisa en la cara acordándose de aquellos momentos entre pupitres. Otros recodarán su dedicación al servicio del ciudadano y su empuje a entidades que hoy día se entienden fundamentales. Hasta siempre, concejal. Hasta siempre, maestro.