Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuando el taxímetro va a medio gas

La facturación de los taxistas cae al 50% por las restricciones de movilidad y el cierre del ocio | Aumentan los usuarios que les pagan por llevarles la compra o medicinas

José Luis Fernández, junto a su taxi en la parada de la calle Colón de Lalín.

Antes de la irrupción de la pandemia, buena parte del trabajo de los taxistas estaba vinculado a la hostelería y al ocio nocturno. Marcos Cervela, con licencia de taxi en Lalín, explica que la mitad de su clientela “era gente joven”, que solía contratar un taxi para acudir a cenas, bodas o fiestas de verano y así despreocuparse de tener que conducir si deseaban consumir alcohol.

Estos servicios se han ido al traste ya desde la pasada primavera, con la cancelación de eventos y verbenas. Una muestra más de que detrás de la hostelería hay todo un juego completo de fichas de dominó que también han caído por el efecto del COVID. Ahora, la restricción de movilidad entre los municipios, en vigor desde finales de enero, no ha hecho otra cosa que dar la puntilla al sector. José Luis Fernández, que también tiene licencia de taxista en la cabecera dezana, calcula que la facturación “ha bajado al 50%, debido a las restricciones de movilidad. También es cierto que siempre queda algo de movimiento, porque tenemos clientes que tienen que desplazarse al casco urbano o a otros municipios para realizar gestiones” y trámites que sí están autorizados desde la Xunta. Este veterano taxista añade que en verano, tras el primer confinamiento, sí se recuperó cierta actividad precisamente por el levantamiento del cierre perimetral.

Entre esos viajes que permite la situación sanitaria están contemplados los desplazamientos por motivos médicos. Pero tampoco son la panacea para los taxistas, puesto que las consultas telefónicas con el médico de familia han rebajado, y mucho, los traslados de pacientes a los centros de salud. Funcionan, pero a medio gas, los clientes que tienen que acudir a servicios médicos y prefieren un taxi en lugar de una ambulancia programada. Pero también hay pacientes que echan mano de su taxista de confianza para pedirle que se acerque a recoger las medicinas en la farmacia, o incluso la compra en el supermercado. Este servicio tiene cierto aumento en Silleda, como indica Rubén Sáenz. Este joven trabajó como taxista durante seis años, y en diciembre dejó el relevo a su pareja, Vanessa dos Anjos López. Ella añade que con estos recados, la gente mayor se evita desplazamientos al casco urbano, y así minimiza cualquier riesgo de contagio.

Compras en supermercado

Este incremento de recados a través del taxista se da en Silleda, pero no entre todos los taxistas de Lalín. Marcos Cervela explica que antes los clientes de taxi “solían venir varias veces por mes a Lalín para hacer la compra, pero ahora prefieren que se le acerque el propio supermercado a su domicilio, o bien compran directamente en las furgonetas que han reparto por las aldeas. Así es que las restricciones de movilidad de los últimos meses (recordemos que Lalín tuvo cierre perimetral también a finales de noviembre, junto a Silleda y A Estrada) motivaron que muchos vecinos pensionistas, que antaño solían venir al casco urbano a principios de mes para cobrar su paga, optaron por tirar de los ahorros que tenían en casa y evitaron pisar el casco urbano incluso en los días de feria.

Y es que, junto a la gente joven que usa el taxi en sus desplazamientos nocturnos, las personas de más edad conforman el grueso de clientela de este tipo de transporte. Y al ser un colectivo vulnerable ante el COVID, reduce al mínimo sus salidas del hogar. Los peregrinos que usan las dos rutas jacobeas de la comarca (la Vía de la Plata y el Camino de Invierno) para llegar a Santiago eran, también antes de la pandemia, otros habituales del taxi. Y aunque estemos en los primeros meses del Xacobeo, los romeros brillan por su ausencia gracias a la situación sanitaria.

Podríamos pensar que otros sectores como los estudiantes universitarios optarían por el taxi, en lugar del autobús o el tren, para acercarse a su lugar de formación. Pues no es así, puesto que en los últimos meses lo que aumentó fue el traslado, pero en coche propio o con sus progenitores al volante o, directamente, estos jóvenes decidieron quedarse en las ciudades donde residen entre semana. “Es muy raro que la gente decida cambiar el autobús por el taxi. Yo tengo dos primos estudiando en Santiago y han optado directamente por quedarse allí”, explica Vanessa López. Ocurre lo mismo con los niños y niñas que estudian en colegios de primaria e institutos: siguen desplazándose en el bus de la línea escolar o son recogidos en los centros educativos por sus progenitores.

López pasa por ser la primera mujer taxista de Silleda. Compagina este trabajo con el cuidado de su bebé, nacido meses atrás. Como sus compañeros de profesión, extrema las normas de higiene para garantizar su seguridad y también la de las personas que traslada. Junto a su pareja, está pensando en comprar una máquina de ozono para desinfectar el vehículo al final de cada jornada Y, como detalle hacia sus clientes, le regala a cada uno un pequeño bote de gel hidroalcohólico.

Ayudas por la reducción del 50% de ingresos

José Luis Fernández, junto a su taxi en la parada de la calle Colón de Lalín.

Durante la primera ola, los taxistas podían optar a ayudas si las pérdidas por reducción de actividad llegaban al 75%. Este margen tan elevado ya supuso una criba para el sector, puesto que muchos trabajadores no pudieron solicitarlas. Ahora, a nivel estatal los taxistas pueden solicitar una compensación si comparando la facturación del primer semestre de este año con la del segundo semestre de 2019 resulta que sus ingresos caen en más de un 50%. La mutua se encargará de devolver el 70% de la base de cotización como autónomo más la parte proporcional de la cuota dedicada a contingencias comunes, con lo que de la devolución podría llegar al 90%. Pese al tremendo descenso de la facturación, en Lalín se mantienen activas todas las licencias de taxi, sin que ninguno de estos trabajadores se viese obligado a vender su licencia desde el comienzo de la pandemia. Esto sí ha ocurrido, por ejemplo, en Mallorca, donde varios taxistas venden sus licencias para hacer frente a los gastos y por la tremenda caída del turismo. La pandemia se ha encargado, además, de rebajar considerablemente el precio de estos permisos.

A la espera de recibir la vacuna contra el COVID

Días atrás se sabía que tras la inoculación de usuarios y trabajadores de residencias, así como de sanitarios, los siguientes colectivos en vacunarse contra el COVID serán policías, guardias civiles, militares, docentes y bomberos. No aparece en el listado para la vacuna de AstraZeneca los taxistas, a pesar de que comunidades como Madrid o Andalucía proponen su inoculación. Y razón no les falta. Marcos Cervela recalca que “estamos con mucha gente distinta a lo largo del día, y en ocasiones con viajes largos”. De ahí la necesidad de vacunar al sector. Y aunque sean viajes cortos, con mamparas de por medio y mascarillas tanto para el taxista como para el viajero, ello no impide un riesgo de contagio. “Puedes hacer un traslado con una persona que no sabe que es positiva en COVID. Una vez que realiza la prueba y tú has estado con ella, aunque des negativo, tienes que estar confinado”, añade Rubén Sáenz. Este confinamiento supone un cese en el trabajo que, para muchos taxistas de la comarca, supone su único modo de ganarse la vida.

Compartir el artículo

stats