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Una academia gratuita con 147 notarios en plantilla

Carmen Alicia Calaza, en su notaría de A Estrada.

Año y medio después de cerrar con el premio extraordinario de doctorado el máster con el que se especializó en familia y sistemas hereditarios y de ver reconocida con el primer premio de la cuarta edición del Premio de Estudios Jurídicos Villanueva la calidad de su estudio sobre garantías jurídicas del cumplimiento del contrato vitalicio en beneficio de mayores o discapacitados, la notaria de A Estrada, Alicia Calaza, afronta un nuevo reto. Acaba de asumir la dirección de la Academia Gallega de Preparación a Notarías, un colectivo que aglutina a 147 notarios en activo de Galicia que, de manera altruista, le dedican parte de su tiempo libre a formar a los opositores a Notarías: aquellos que terminarán siendo sus colegas de profesión y el referente en materia de asesoramiento jurídico para la ciudadanía.

Toma así el testigo del que ha sido su predecesor en el cargo durante más de 20 años, José María Graíño Ordóñez, notario de Caldas y actual decano del Colegio Notarial de Galicia. Ambos y sus 145 compañeros de profesión vinculados a la academia colaboran con este colectivo haciendo suyos los principios con los que la proyectó en 1976 el brillante notario Ildefonso Sánchez Mera.

“Extremeño de nacimiento, salmantino de formación” y “gallego de adopción”, explica Alicia Calaza, “a mediados de los años setenta comenzó a vislumbrar la posibilidad de crear una red de colaboración entre el notariado gallego que propiciase el nacimiento de una academia de preparación para notarios”. Ya entonces, Sánchez Mera pensó que “tendría por objeto no solo la formación y preparación del opositor para enfrentarse al examen sino, primordialmente, la transmisión de una serie de valores éticos y deontológicos en cuanto al ejercicio futuro de la profesión”.

"Ser notario es mucho más que firmas escrituras"

Y esos valores son los que en Galicia siguen asumiendo, 45 años después, los notarios vinculados a esa red. Muchos de ellos, como la propia Alicia, son exalumnos de la academia. Como Sánchez Mera y los “innumerables ejemplos de notarios que altruistamente desempeñaron” esa “función durante los siglos XIX y XX” tras la “adopción del principio meritocrático” del notariado moderno para el acceso al mismo a través de “un duro proceso de selección por oposición”, también ellos asumen que lo mejor para preparar a los futuros notarios es que quienes hagan esa tarea sean notarios en ejercicio, pues solo ellos pueden transmitir los conocimientos precisos que sus futuros colegas necesitarán en el día a día.

“Ser notario es mucho más que firmar escrituras”, explica Alicia. “Ser notario es asesorar a la gente, indicarle cuál es el documento idóneo en función de su voluntad”, por ejemplo, en materia de transacciones o herencias; asegurarse del equilibrio entre las partes, independientemente de la capacidad económica y la formación de cada una; a fin de que en los documentos se refleje la voluntad de ambas y no solo la de una. Es algo de capital importancia en la “contratación en masa” , caso de las pólizas, préstamos hipotecarios e incluso de la liquidación de gananciales. Labor del notario es, aclara, asegurarse de que quien firma sepa lo que firma, aclararle todas sus dudas, evitar engaños y asegurarse de que firma por voluntad propia y sin coacciones. El notario debe “apoyar al más débil siempre”, subraya. “Nuestra obligación es asesorar a las partes en un plano de igualdad” y evitar, por ejemplo, que los mayores sean víctimas de la injerencia de un hijo al que mueve la codicia.

Se trata, en definitiva, de llevar a la práctica la pasión de la “Justicia con mayúsculas” que a Alicia y a su hermana Sonia –una de las catedráticas de Derecho Procesal más jóvenes de España– les inculcó en casa su padre, Belarmino Calaza Ramudo, profesional del Derecho que fue director general de las primeras consellerías de la Xunta y uno de los fundadores de la Fegamp. Se trata de que “todos vivamos en igualdad y en dignidad”.

Compromiso moral

Y esa enseñanza se encuentra también en la base de los valores éticos y deontológicos que los 147 notarios que conforman la academia cuya dirección acaba de asumir Alicia le inculcan a sus futuros colegas. Muchos –como la propia notaria de A Estrada– dan cumplimiento así al “compromiso moral” que asumieron en su etapa como estudiantes. Se trata de “ayudar como me ayudaron” y de “transmitir valores”. Con parte de esos alumnos entran en contacto ya en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) con la que colaboran como tutores del Practicum. Hay estudiantes de Derecho que ven que les gusta la profesión y, tras lograr el grado, se convierten al final de sus estudios en opositores.

La ayuda que la academia les brinda es totalmente gratuita. “Somos los notarios los que pagamos los gastos de mantenimiento” y el Colegio Notarial de Galicia el que paga el alquiler del piso de Santiago en el que tiene fijada su sede. “Porque los opositores son los futuros notarios y contribuir a la calidad de su preparación es propiciar que salgan bien preparados, que sean buenos profesionales y responsables, que trabajen bien en beneficio de la sociedad”, asegura Alicia. “Lo más hermoso de la academia es la generosidad del cuerpo y de todos los que participamos: a los opositores no se les pide nada más que responsabilidad, que estudien sus temas y que asuman un compromiso moral”, unos “valores éticos” hoy y cuando aprueben la oposición.

Reparto de funciones

Tras cursar Derecho en 5 años en la Universidad de Santiago, Alicia aprobó Notarías en cuatro. Lo logró en 1991. Trabajaría 2 años en Guitiriz y 8 en Rianxo, antes de recalar en A Estrada, hace ya casi 20 años. En todo este tiempo, nunca ha dejado de colaborar con la academia. En esta, los notarios se distribuyen las materias en función de lo que más sabe cada uno. Alicia, por ejemplo, es quien reforma los temas ligados a herencias o a la Ley del Derecho Civil en Galicia. Pero en otros ámbitos, esa labor recae en otros profesionales, caso de María Isabel Louro García, exdecana de los notarios gallegos, en materia de legislación hipotecaria; de Francisco Mariño Pardo en obligaciones y contratos; o de Inmaculada Espiñeira en legislación internacional.

Y luego, en función de dónde viven los opositores, sus preparadores se distribuyen la toma de temas o el acompañamiento a los aspirantes durante todo el proceso formativo. Este no se interrumpió ni siquiera durante el confinamiento. Entonces, se los tomaban online o por teléfono. Pero lo habitual es que queden con ellos. Suelen dedicarle a la academia una tarde a la semana. “Estamos reformando continuamente los temas. Salen leyes nuevas, sentencias o resoluciones que nos afectan y los tenemos que integrar en los temas para que los tengan plenamente actualizados. Para ellos son una garantía y para nosotros una responsabilidad”, asegura: enseñarles que, en su profesión, lo importante no es “ganar dinero” sino “ayudar a los compañeros y a la gente”, estar al servicio de la ciudadanía y asegurarse de la protección de los más débiles.

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