-Después de años como cronista parlamentaria, ¿echa de menos los pasillos del Congreso de los Diputados? Y, ¿cómo ve el panorama político actual?
-Echo de menos la conversación política permanente. Cuando estás en el Congreso de los Diputados durante tantas horas, porque las jornadas son largas, arreglas el país en cada esquina con cualquier diputado con el que te encuentres y me gusta hablar de política, pero ahora estoy viviendo otro momento con una oportunidad maravillosa el Telecinco y también disfruto muchísimo de lo que hago en Ya es mediodía. Respecto a la segunda pregunta, opino que estamos en pleno experimento y si supiese cómo va a acabar esto sería Iván Redondo. De la coalición de gobierno habrá cosas que nos gusten y otras no; se han hecho cesiones bastante cuestionables, pero prefiero esperara ver qué pasa. Lo que está claro es que las políticas de extremos no llevan a ningún lado y espero que al final impere el sentido común y, sobre todo, se recupere el consenso entre los partidos constitucionalistas, que a mi juicio se ha roto de una manera preocupante en asuntos como Cataluña.
-¿Entiende que los partidos políticos se han instalado en la estrategia cortoplacista?
-Sí, creo que la política se ha instalado en los tiempos electorales y en el cálculo corto y en el interés personal, olvidándose de que los temas de Estado no fueron construidos por un único partido, sino que han sido soluciones transversales y de todos y ahí tenemos la obra de la transición que, como toda obra humana tendrá sus defectos, pero es indudable que han sido 40 años de democracia excelente para este país. Tengo la sensación de que la cultura del diálogo se ha roto y se invoca demasiado en vano, no me vale decir que vamos a dialogar en Cataluña si el diálogo va a ser solo entre dos. Con la desfragmentación hay mucha representación importante que debe ser escuchada y todos debemos aprender de nuevo a renunciar; la imposición de tu argumento no nos lleva a ningún lado.
