El centro de día de la residencia Geriatros de Lalín acogió ayer la celebración del día Mundial del Alzheimer con un programa de actos que incluían una charla informativa y un recital de los usuarios. La trabajadora social del centro, especializado en esta área, Raquel López, analiza como paliar esta dolencia, cada vez más extendida.

-¿Cómo es el día a día de las personas que padecen esta dolencia?

-Nosotros comenzamos con un taller de reminiscencia, que consiste en hablar con los usuarios de su día a día incluyendo temas de actualidad. También buscamos aproximarnos a lo que fue su realidad. Comentamos temas que estaban en su día a día. Por ejemplo, la mayoría de los usuarios pertenecen a un ambiente rural por lo que solemos hablarles de tareas que llevaban a cabo como la recogida de las patatas... Luego también realizamos programas de reconocimiento.

-Es preciso incidir también en talleres de motricidad...

-Si, y así realizamos un taller de relajación o estimulación, dependiendo de como se encuentre el enfermo. Tenemos una sesión de musicoterapia y una de cuentacuentos. Y un taller motricidad adaptado a la fase de la enfermedad.

-¿Cómo suele ser la reacción al diagnóstico de la enfermedad?

-Una vez que te lo comunican no sabes bien como va a ser la enfermedad, por esos cambios que se producen en el día a día del enfermo. Así, los hay muy buenos en los que reconocen a los familiares y otros que resultan muy duros. Los familiares se sienten mal, perdidos, e incluso se avergüenzan al no saber como tratar el Alzheimer.

-¿Qué es lo más importante a la hora de afrontar la enfermedad?

- Si se coge en la primera fase, aunque no tiene cura, si se puede relantizar su evolución a través de la estimulación. No podemos esperar a que avance. Influye mucho, que en ámbitos rurales, como éste, la atención a los pacientes se centra cuando ya están en una fase crítica en la que es difícil actuar, cuando la familia ya no puede hacerse cargo. Todavía esta muy mal visto ingresarlos y se asocia a un abandono.