El escrito de calificación del fiscal resume las declaraciones de las tres prostitutas que presentaron la denuncia. A la primera la captó un intermediario en 2005, tras asegurarle que en España ganaría hasta 500 euros por noche. Llegó en un vuelo directo a Santiago, donde la esperaban personas "cuya identidad se desconoce" y, una vez en el local, el regente le dice que le adeuda 3.000 euros por los gastos del viaje. La mujer tardó tres meses en devolverlos. La testigo añade que a veces se le restringía la comida, que las dos alcahuetas controlaban a las chicas y que se les imponían sanciones si se negaban a mantener relaciones sexuales con algún cliente sin preservativo.

La segunda testigo aceptó ejercer la prostitución por su precaria situación económica. Tuvo que devolver 1.200 euros e incluso llegaron a golpearla. La tercera, que debió abonar también 3.000 euros, llegó en 2006 y pagó su deuda en mes y medio.