La diferencia en el día de ayer entre Arosa y Pontevedra fue la contundencia en ambas áreas. La mayor jerarquía de los de Luismi quedó patente en una pegada espectacular que elevó la efectividad a extremos poco habituales. Por contra, los de Rafa Sáez perdonaron en exceso especialmente en la primera parte, pero sí fueron capaces de despedir la pretemporada con la sensación de haber mostrado buen criterio en la elaboración con la espera de que la definición sea una mera cuestión de afinación.

Los dos entrenadores apostaron de entrada por unas estructuras que bien podrían ser las titulares dentro de siete días en sus respectivos arranques ligueros. En los vilagarcianos, su técnico dio los noventa minutos a los dos jugadores llamados a ser protagonistas en el frente ofensivo esta temporada: Jorge Sáez y Pedro Beda. Carga de trabajo que también aplicó a sus dos laterales y también novedades esta temporada como Adrián Gómez y Sergio Cotilla.

En el Pontevedra, la rotación fue un punto superior, pero quedó claro desde el principio que conceptos se habían marcado como objetivos en A Lomba. Uno de ellos era la presión tras pérdida y los de Luismi se aplicaron a la perfección. Especialmente finos en esta materia estuvieron en los primeros minutos y así llegó la acción del primer gol. Una imprecisión en el pase de los locales sirvió para que Álvaro Bustos se internase en el área y fuese derribado por Manu Rodríguez. Fue Álex Fernández el que convirtió la pena máxima.

Una vez superados los primeros veinte minutos, los arlequinados empezaron a conservar un poco mejor la pelota. Las apariciones del brasileño Pedro Beda dieron luz al ataque de su equipo, si bien al delantero se le hizo de noche por dos veces en sendos manos a manos con Edu. En el primero se mostró demasiado inocente y en el segundo cruzó en exceso.

El Arosa entró en una fase de desmelene. Dio mucha amplitud al campo con las llegadas de sus dos laterales y uno de ellos, Adrián Gómez, envió un balón al palo en lo que fue el inicio de una larga jugada ofensiva que no encontró el rematador deseado pese a la insistencia mostrada con disparos y centros por doquier.

Apenas había noticias en lo futbolístico del Pontevedra. Parecía haber entrado en una fase de meseta en su generosidad en el esfuerzo, pero la calidad individual volvió a ser determinante a su favor. Precisamente, cuando mejor estaba jugando el Arosa llegó el 0-2 en una exhibición de potencia de Adibe. El delantero cruzó la línea defensiva local como cuchillo caliente en mantequilla para finalizar con un extraordinario zurdazo cruzado a media altura ante el que Manu Táboas nada pudo hacer.

Dos zarpazos sirvieron a los de Pasarón para irse al descanso con una cómoda ventaja, si bien lo visto sobre el terreno de juego solo sirvió para demostrar que los arlequinados habían sido víctimas de su falta de contundencia donde precisamente no puede faltar, en las áreas.

En la segunda parte, el partido bajó claramente en intensidad. Los de Rafa Sáez volvieron a tener mucho tiempo el balón en el campo rival, pero sin la capacidad suficiente como para volver a generar situaciones de ventaja de cara al marco rival. Un tímido cabezazo de Pedro Beda fue lo único salvable de cara a tentativas de gol.

Los cambios no sirvieron para aportar mayor fútbol, pero sí más energía. El Arosa perseveró en el intentó de llegar al área pontevedresa, pero faltaba rematar las buenas jugadas hilvanadas en lo colectivo. Muchos centros desde las bandas se convirtieron en presa fácil para la defensa rival.

Una exquisita triangulación entre Rivera, Romay y Álex Fernández terminó con el segundo gol de éste y tercero de la cuenta de su equipo con media hora aún por delante. A partir de ahí, el partido fue languideciendo con ambos equipos ya más pendientes de reservar fuerzas para el arranque liguero. Aún hizo el cuarto el Pontevedra con un derechazo de Javi López anticipándose a la zaga arlequinada.