Nada pudo hacer ayer el Pontevedra en su visita al líder la categoría, la Cultural y Deportiva Leonesa. Y es que si sobre el papel pintaba complicado el choque, los noventa minutos fueron un calvario para los de Luisito. Los de Rubén de la Barrera dominaron el partido de principio a fin, cogiendo el balón con el pitido inicial y entregándoselo al colegiado en el minuto noventa. Una exhibición de otra categoría de un equipo que poco pinta en la División de Bronce del fútbol español. Un alarde de recursos ante el que los pontevedreses solo pudieron ofrecer resistencia durante escasa media hora.

Comenzó asustando ya de inicio el equipo local con una llegada clara de Julen Colinas, incapaz eso sí de acertar con la portería de Edu para anotar el primero de la tarde. Jugaba mejor el conjunto del coruñés Rubén de la Barrera, dominante y mejor asentado sobre el césped del Reino de León.

Modificó el entramado habitual Luisito para colocar a Miguel Loureiro a pierna cambiada por la izquierda para cubrir la ausencia de Bonilla y poniendo al capitán Adrián Gómez en su posición habitual de lateral derecho, haciendo así su debut liguero esta campaña.

Crecía el Pontevedra a pesar de que los leoneses amasaban la bola sin generar peligro. Se masticaba la preocupación en el banquillo pontevedrés, corrigiendo de forma constante, exigiendo ayudas y minimizando fallos. El principal problema lo encontraban los visitantes a la hora de sacar el balón jugado ante una Cultural con una presión alta muy intensa. Se repetía la tónica de buscar balones largos sobre la izquierda para que Mouriño, tirado en banda, generase opciones. Sin embargo, los granates se sentían incapaces de conectar cuatro pases seguidos, menos aún de llegar sobre la portería de Guillermo, espectador de lujo durante más de una hora. Quien sí consiguió poner el susto era Jorge Ortí, llegando desde banda y rematando dentro del área molestado lo suficiente por Adrián.

La mejor noticia al paso por el ecuador de la primera parte no podía ser otra que mantener la portería a cero. Sorprendía el dominio abrumador del líder frente al tercer clasificado, media hora que explicaba las razones por las que esta Cultural es uno de los equipos referencia en este primer tramo de temporada. Goteaban ocasiones para los blanquillos, primero una contra que el pichichi Benja no pudo conectar, después un remate forzado del holandés Zuiverloon.

Peleaba en inferioridad el medio campo granate ante el monólogo local. Un monólogo que se tradujo en gol tras una jugada llena de rechaces, errores e indefinición en la defensa gallega. Una acción iniciada por Forniés y a la que Jorge Ortí puso el lazo de cabeza para desesperación de Luisito.

Contestó Álex González con una incursión rápida sobre la defensa leonesa generando la ocasión de más peligro para los visitantes. Una llegada tímida que contrastaba con la vehemencia culturalista solo cinco minutos después. Una triangulación en el balcón del área para que Toni colase la bola sobre la salida de Edu firmando un tanto de bandera. Un fogonazo sobre la aparente calma de un equipo, la Cultural, que mece la bola de lado a lado hasta que aparece un hueco. Es en ese momento cuando se enciende la chispa de jugadores de superior categoría, Benja, Ortí o Mario Ortiz, capaces de asociarse fabricando un gol de la nada.

Era cuestión de tiempo que, con la pólvora que acumulan los de Rubén de la Barrera arriba, convirtiesen el dominio sobre el césped en superioridad también en el marcador. Tras el paso por vestuarios, Luisito dejó en la caseta a Álex González y Mouriño para pasar a jugar con defensa de tres. Se sentía más cómodo el Pontevedra con la permisividad de una Cultural que cedió metros y balón. Faltaba eso sí, dar mayor profundidad al juego y Miguel Loureiro se sentía incómodo en banda izquierda.

Después de la retirada de Jacobo, la capacidad combinativa de los de Luisito fue inexistente. Quedaba hacer la guerra por su cuenta, con Mario Barco tirando diagonales y desmarques sin encontrar premio. Sí pudo Álex Fernández lanzar a portería tras un buen robo de balón en la medular leonesa. Eran minutos de la basura entre uno que no quería hacer más daño frente a otro incapaz de arañar al acorazado de la categoría. Incluso Álex Fernández y David Añón pudieron acortar distancias al borde del pitido final. Sin embargo, quién puso el último tanto en el marcador fue el canterano local Víctor Díaz tras una nueva combinación de los blanquillos.

Una incómoda "visita al dentista" de los granates en la que las únicas esperanzas pasaban porque pasase todo rápido y el recuento de daños fuese mínimo.