Mauro Hermelo reconoce que el confinamiento no supuso un golpe excesivamente duro para su pupilo. "No lo llevamos tan mal, porque esto es un pueblo y tenemos terreno para poder estar con la moto y entrenar", afirma, una ventaja que al final apenas aprovecharon. "Lo hicimos los dos primeros días, pero después nos sentaba mal encender la moto cuando todo el mundo estaba en sus casas. Dejamos de hacerlo por respeto", subraya.

Así las cosas, Martín Riobó centró sus esfuerzos en el trabajo físico, sin descuidar los aspectos psicológicos. "Aprendimos a tener paciencia, pero también a saber que se puede vivir sin muchas cosas que antes te parecían tan importantes", apunta el preparador. Esa reflexión, esa madurez deportiva, es una cuestión que preocupa al técnico en un joven talento que comenzó a competir a alto nivel muy joven.