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Cuatro hermanos y una pasión

Los lalinenses Juan, Anabel, Ángel y María Viana Fernández coinciden esta temporada en el Coreti Rugby Lalín

Los cuatro hermanos Viana, juntos en el estadio Manuel Anxo Cortizo. // Bernabé/Javier Lalín

El apellido Viana suena con fuerza en el Coreti Rugby Lalín esta temporada. El club lalinense, acostumbrado a cuidar sus tradiciones y a mimar a todos sus integrantes como si fuese una familia infranqueable, disfruta este año de la coincidencia que ha llevado a cuatro de sus jugadores a compartir vestuario. Juan y Ángel Viana Fernández continúan siendo pilares importantes en el equipo masculino. A ellos se han unido Anabel, que regresa a las abellonas tras dos años de lesión, y María, la última en llegar por la necesidad de jugadoras para el equipo femenino. Los cuatro admiten que el rugby se ha convertido para ellos en una pasión que va mucho más allá de lo que pasa en el campo.

Juan Viana

A sus 25 años, Juan Viana es un veterano en el Coreti Rugby Lalín. Fue el primero de los hermanos en entrar en el club y en adentrarse en el rugby. Lo hizo cuando solo tenía doce años y sin tener muy claro donde se estaba metiendo. "Empecé con unos amigos, Esteban y Fofi. Decidimos venir a probar, y hasta hoy. Fue una casualidad", explicó. Juan Viana entró en el Coreti Lalín con solo trece años, en una época en la que el club solo tenía equipo juvenil, por lo que tuvo que acostumbrarse pronto a fajarse con compañeros y rivales mucho mayores que él. Doce años después, Juan Viana es un pilar importante del equipo masculino del Coreti Lalín. "El rugby es algo que engancha, sino no echas doce años. Sin embargo, lo que más hace que te quieras quedar es la familia que es este club", explicó.

Para Juan Viana compartir equipo y deporte con sus tres hermanos es un orgullo, aunque recordó que con otros tres hermanos más en casa todavía tienen "artillería" para aportar al equipo. "Nunca es tarde para empezar. Muchos lo hicieron con treinta años. Más complicado lo veo en el caso del más pequeño porque es más vago. Le gusta ver el rugby pero no jugarlo", bromeó.

Tras Juan, otro hermano se adentró en el rugby. Rafa Viana. Su aventura en este deporte duró sin embargo poco por culpa de una lesión que sufrió en su primer partido. Eso no amedrentó a sus otros dos hermanos, Ángel y Anabel. El primero tenía once años y la segunda trece cuando decidieron acudir al Cortizo y pedir que les dejasen entrenar. Ese mismo día pisaron el césped y se enamoraron de este deporte.

Anabel Viana

Anabel reconoce que fue el ver jugar a su hermano Juan lo que los animó a adentrarse en el mundo del rugby. En sus primeros años en el Coreti Anabel competía en el equipo Sub-16 con los chicos. Cuando dio el salto al Sub-18, ya pudo empezar a jugar con el equipo sénior, aunque lo compaginaba con la cantera. La mala suerte se cruzó sin embargo en su camino en forma de lesión. Un grave problema de rodilla la obligó a aparcar el rugby durante dos años, volviendo al equipo esta temporada.

"El rugby es un deporte de contacto y como todo, o te gusta o no te gusta nada. Sin embargo, no te quedas aquí por eso ni por la adrenalina de cuando estás en el campo. Este deporte engancha por sus valores y porque este club es una familia. Dentro del vestuario y dentro del campo, las chicas somos uña y carne", explicó la jugadora lalinense. Anabel Viana no ve raro el compartir espacio con sus tres hermanos. "Somos muchos y siempre fuimos juntos a muchos sitios. Conservatorio, piscina, atletismo...".

Ángel Viana

Ángel entró en el Coreti Rugby Lalín junto a su hermana y cuando solo tenía once años. "Veíamos jugar a Juan y mi hermana dijo que quería ir a probar, así que le dije que yo también iba", recuerda un jugador que tuvo la suerte de coincidir con un nutrido grupo de compañeros de su edad. "El primer año no pude jugar porque no había equipo para tan pequeños pero al siguiente empecé con los Sub-14. Éramos un grupo de seis o siete chicos de la misma edad que fuimos siempre juntos. Yo tuve la suerte de que siempre tuve un equipo en la base de mi categoría", relata.

A sus veinte años, Ángel Viana reconoce que en Coreti ha encontrado mucho más que un deporte y un equipo. "Vas a entrenar porque es el momento del día en el que te encuentras con tus amigos para pasarlo bien. Somos todos de la misma edad y nos criamos jugando al rugby", explica. "Ya tengo el vicio en el cuerpo", sentenció el joven jugador.

María Viana

María es la mayor de los cuatro hermanos y sin embargo ha sido la última en llegar al Coreti Rugby Lalín. Lo hizo el pasado verano atendiendo a la llamada de socorro del equipo de las abellonas, muy faltas de efectivos para poder competir. "Ya casi tengo treinta años y lo veía como una locura. Sin embargo, tanto mi marido como mi familia me animaron mucho, así que decidí probar", explica. "La verdad es que pensé que solo iba a durar un día. Estaba convencida de que llegaría a casa destrozada y no querría volver. Pero volví con una actitud totalmente diferente. Me enganché. Desde el primer momento me sentí en casa. Es como estar en familia", explicó la última en llegar. Con tantos Vianas en el campo, su madre y sus otros hermanos son ya habituales en la grada para ver los partidos.

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