Canicross

La promesa catoirense del canicross

Jacobo Corbacho y suma un podio mundial júnior en compañía de sus dos perros

Jacobo Corbacho junto a sus dos perros Asgard y Valor

Jacobo Corbacho junto a sus dos perros Asgard y Valor / Noé Parga

A. G.

Apenas ha cumplido la mayoría de edad, pero el catoirense Jacobo Corbacho ya puede presumir de haberse subido a un podio mundial junto a sus dos perros, Asgard y Valor. Lo hizo el pasado mes de noviembre, en la prueba que se disputó en Leipa, en Alemania, donde participó en el Campeonato del Mundo de Canicross, finalizando en la segunda plaza en la modalidad de patín júnior. En la de canicross, correr con el perro, se quedó a las puertas de ese podio, al cruzar la línea de llegada en la sexta plaza. Tras estos resultados, y otros como un Campeonato de España y otras distinciones en varias pruebas, se esconden cinco años de duro trabajo, iniciado cuando era tan solo un adolescente.

El joven prepara ahora la última prueba de la temporada, la Copa de España, que se disputará el primer fin de semana de marzo en la localidad de Aranda de Duero, una prueba en la que espera conseguir medalla en la modalidad de patín y colarse en el top cinco en la de canicross. El catoirense competirá por el club Acade de Santiago, al que pertenece desde hace tiempo y en el que se siente uno más de la familia.

Corbacho comenzó a practicar canicross y mushing cuando todavía contaba con trece años de edad. En la casa que comparte con sus padres en Catoira siempre han estado presentes perros y, con esa edad, “acudimos a un entrenador canino que hacía canicross”. La posibilidad de disfrutar del deporte en compañía de un animal al que adora le sedujo de inmediato. Sus inicios fueron con “una perra que teníamos en casa, hasta que seguimos evolucionando”. Fue en ese momento de evolución en el que llegaría primero “Asgard”, un cruce de galgo y braco que arribó a Catoira desde Suecia y, más tarde, un hijo de este, al que se le puso de nombre “Valor”.

Los dos son los animales con los que compite en cada prueba, dos perros que se encuentran en perfecta forma y que entrenan y reciben los mismos cuidados que un deportista de élite, que es lo que son cada vez que salen a competir. “Son parte de la familia y son bastante jóvenes, ya que tienen cinco y dos años respectivamente y han sido seleccionados por sus cualidades para este tipo de competiciones”, explica Corbacho.

Es ponerles el arnés de entrenamiento y “el que tiene que espabilar y ponerse las pilas soy yo, soy el que tiene que asimilar el ritmo que imponen, e incluso, controlarlos, porque ellos quieren entrenar y correr siempre; cada vez que ponemos el arnés ya se ponen a saltar y a presionar para salir a correr, y en más de una ocasión me he llevado algún mordisco de advertencia”, señala. En un municipio como Catoira, rodeado de naturaleza, los lugares para entrenar con los perros son muy abundantes, sobre todo en las faldas de Xiabre, a donde acude toda la semana. También acuden con cierta frecuencia al circuito de competición de canicross que se ha creado en el municipio de Rois, relativamente cerca de Catoira, un circuito muy técnico que permite al joven y a sus perros preparar a conciencia todas las carreras en las que compiten. Hasta el momento, las carreras que mejor se le han dado han sido las de patín con un perro, pruebas en las que se pueden alcanzar hasta 50 kilómetros hora

“Son unos perros muy potentes y rápidos, capaces de llevarte al límite los cinco o seis kilómetros que dura una de estas pruebas y que realices unos tiempos de élite, pero no nos queda otra que adaptarnos a su forma de correr”, señala Corbacho. Insiste en que los perros “son verdaderos atletas y se tratan como tal, con fisios, estiramientos todos los días, masajes en casa, alimentación, ... toda la preparación que necesita un atleta de élite, porque eso es lo que son”.

Como atletas de élite entrenan los tres, ya que el joven tiene una media de cuatro horas de entrenamiento diarias, primero en las dependencias del Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD) de Pontevedra, y después con los dos canes por el monte de Catoira.

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