Tiene el ajedrez unos atractivos de los que conectan para toda la vida. Ese compendio de estrategia, anticipación y posicionamiento forma una seductora combinación con la que no solo se desafía a un rival, sino también a uno mismo.
En el colegio Filipenses de Vilagarcía han puesto todo de su parte para que el juego de las 64 casillas se haya convertido en una actividad extraescolar cada vez más demandada. El Club Xadrez Fontecarmoa lanzó el guante y el centro lo recogió de buen grado sabedores de los beneficios para el intelecto de aquellos quienes lo practican.
Graciela Gómez Cid es la persona encargada de desarrollar las sesiones todos los lunes y los miércoles entre las 4 y las 6 de la tarde. Como ella mismo reconoce al respecto de la aceptación de la actividad, “empezamos el curso pasado y solo contaba con 8 alumnos en las primeras clases. Ese año lo terminamos con 20 y ahora estamos ya por encima de los 30 niños de entre 6 y 12 años. Estamos muy contentos, no solo porque aumentamos las clases, sino porque los que vienen se quedan y eso es un buen síntoma”.
Es tal la buena dinámica de la actividad que no son pocos los que ya han dado un paso más en su afán por seguir avanzando como ajedrecistas. “De las cuatro horas de las que disponemos en el colegio, cada alumno solo puede venir un máximo de dos horas. Lo positivamente sorprendente es que algunos, niños y niñas, ya se han apuntado a ir los viernes a la Casa da Xuventude para formar parte de la base del Club Fontecarmoa”, comenta la monitora.
El ajedrez ayuda a mejorar la concentración y con ello ya mejorar muchas cosas a nivel académico, pero también la paciencia, el respeto o el manejo de la frustración
Una cuestión que tampoco pasa por alto Graciela Gómez es la predisposición del colegio a dar todo tipo de facilidades para el desarrollo de las prácticas. “El profesor José Maneiro ya había trabajado anteriormente y esa fue la base sobre la que yo empecé, pero sin el apoyo del centro se haría más complicado. La Madre Julia fue la que más apostó por el ajedrez y la que nos facilita el material que sea necesario para las clases”, explica.
El efecto lúdico es una de los ingredientes que Graciela Gómez incluye en su diseño de las clases. Para ello reconoce que “utilizamos tableros y fichas de colores, hacemos pequeños retos matemáticos o jugamos al Ocachess, que es como el juego de la oca pero adaptado al ajedrez”.
Si bien el deporte de las 64 casillas y las diagonales tiene en las matemáticas uno de sus sustentos, en la estrategia de planificación de Graciela Gómez también hace notar su faceta como historiadora para “darles a conocer que el ajedrez también es un reflejo de la cultura de todos los tiempos en muchos países. Conocen porque algunos reyes llevan una cruz en su corona y otros no, por ejemplo, porque vemos piezas de muchos sitios porque contamos con pizarras digitales y proyectores. Además asociamos algunos conceptos con lo que en esos días están dando en sus clases y ayuda a reforzar la comprensión de muchas cosas”.
De lo que tampoco cabe ninguna duda es al respecto de los beneficios para el intelecto de los desarrollos ajedrecísticos. La monitora deja claro que “principalmente ayuda a mejorar la concentración y con ello ya mejorar muchas cosas a nivel académico, pero también la paciencia, el respeto o el manejo de la frustración”. En definitiva, lecciones de las que sirven para la vida.
