Se lo temía el cuadro meañés con este oneroso viaje a Tenerife, y que el club canario fijó con la Federación para Semana Santa, correspondiente a la jornada que debía haberse disputado el 6 de marzo. Una suspensión por COVID que le era comunicada a menos de 24 horas del viaje y que, pese a las gestiones del club, que había pagado ya a las compañías aéreas, no pudo recuperar a modo de bono con una de ellas, viéndose obligado a abonar por su cuenta este segundo viaje íntegro. En Tenerife, a donde el club meañés había llegado el día antes, se encontró, primero con problemas para disponer de la pista para entrenar, y luego con que el club le negó la cesión de balones para la sesión -a lo que solo están obligados para los partidos-, por lo que las verdinegras tuvieron que acudir una tienda a comprarlos. A mayores, el club tinerfeño impidió en el momento del partido el acceso al pabellón a tres directivos meañeses -que acompañaban al equipo y que eran los únicos externos a la plantilla reglada-, con el pretexto de encuentro a puerta cerrada, cuando la asistencia de una delegación directiva, es susceptible de no entenderse como público sino que entra dentro de la lógica cortesía que se presume entre clubes.
Sobre la cancha, las meañesas compitieron con dignidad ante un equipo que se mostró superior, ofreciendo la imagen de escuadra que pelea el ascenso, muy lejos de las posiciones reales que ocupaba en la tabla. Visto lo visto, la pista transformó a las canarias en el mejor rival al que se enfrentaron en liga. A ello contribuyó el contar en sus filas con tres jugadoras del su equipo de División de Honor, que eran Loscos, Zaldúa y una central Elena Martínez que es la mejor artillera de las canarias en esa División de Honor, y una de la mejores del ranking nacional en esa liga, dado lo mucho que se jugaban en este envite las tinerfeñas por la permanencia.
Así las cosas el ritmo canario fue trepidante desde el inicio, con velocidad de balón y poderío físico, exhibiendo su potencial en el lanzamiento exterior, con una Elena Martínez y Andrea Loscos que resultaban imparables. Aún así, las meañesas contestaron con desparpajo en ataque, circulando bien para llevar el balón a los extremos, que no se achicaron a la hora de definir. Aquel pulso no podía mantenerse por tiempo, y cuando llegaron tres palos en sendas penetraciones francas y las paradas de la portera canaria, la brecha se abrió, llevando el 6-4 del minuto 12 a un 9-4 en el 17. El 15-9 al descanso, y dado el poderío evidenciado por las canarias, dejaba medio partido de su lado.
El segundo tiempo fue un intercambio de goles. En defensa, Juan Costas, que antes había probado ya mixtas, alentó a las suyas para defender más lejos de la línea de 6 metros, con el objeto de su lanzamiento exterior. Ello, junto con el descanso intermitente que el técnico tinerfeño fue ofreciendo a su primera línea de jugadoras de arriba, llevó al partido a ese intercambio de dianas. En el 44, con el 22-17, las meañesas marraron con la precipitación una última posesión para ponerse a cuatro, buscando aferrarse a un halo de esperanza. Esa desventaja de cuatro que alcanzaron en el 58 con un gol de Lorena Barreiro (28-24), demasiado tarde ya para la hombrada. Juan Costas valoraba el choque: “Pese a la derrota -reconocía desde Tenerife al término del partido- y ante un equipo tan reforzado, me voy contento con la imagen, el juego y la actitud de las jugadoras, que no se amilanaron, jugaron con decisión y pelearon cada balón hasta el final”. Ante la derrota, y con tan solo tres jornada por jugarse, las opciones meañesas pasan por superar al Camargo, que le precede en la tabla por un único punto -mientras las tinerfeñas se escapan ahora de tres-, a fin de superar esa antepenúltima plaza que, aunque no directa de descenso, quema mucho, dado que los dos peores antepenúltimos descenderán”.
