El Ribadumia se hizo con tres puntos de oro en sus opciones de permanencia al superar a un Céltiga que tuvo todos los condicionantes en contra para salir airoso de A Senra. Dos goles anulados, dos penaltis en contra y dos expulsiones son factores que limitaron las opciones de los de A Illa, frente a un rival que sigue padeciendo horrores para ganar sin sufrir de manera agónica.

Parecía difícil de creer tal catarsis de acontecimientos en el arranque de un partido tan cargado de trascendencia para ambos. Pero lo cierto es que en la primera acción de ataque local un centro de Monchito desde la izquierda fue desviado por el brazo de Capi. Daniel García Leste no lo dudó y decretó un penalti que materializó Tomas Abelleira por alto cuando solo habían transcurrido cuatro minutos.

El juego entró en una fase de velocidad inesperada para las alturas del mismo. El Céltiga dio un paso al frente y pronto se acercó al área rival con un remate de Javi Ben. Esos riesgos asumidos conscientemente posibilitaron al Ribadumia el disponer de espacios en las transiciones para gestionar. En una de esas contras Gabi dispuso de un buen balón servido por Fandiño, pero el disparo raso del centrocampista se fue ligeramente desviado.

Las sorpresas no habían hecho más que empezar. La siguiente fue un segundo penalti a favor del Ribadumia por agarrón a Miguel en el intento de remate de una falta lateral. Hugo Soto fue el ejecutor repitiendo acierto.

El escenario obligaba al Céltiga a exponer aún más. El 2-0 con menos de veinte minutos disputados no asustó a los de A Illa. La primera declaración de intenciones fue una falta botada por Jacobo que sacó Pazos de manera providencial. Sin embargo, solo dos minutos después llegó el 1-2 en una acción resuelta por Santi con un centro desde la izquierda que Javi Ben remata de cabeza a gol tras anticiparse a la defensa en su llegada al primer palo.

El Ribadumia se había reblandecido. El balón no le duraba lo suficiente para atemperar el ritmo y el Céltiga ya había afilado el colmillo para volver a hincar el diente solo tres minutos después del primer mordisco. Fue en una acción que vino acompañada del eterno debate en cuanto a los valores del deporte. Y es que con el local Diego Abal tendido en el suelo, el Céltiga optó por no tirar el balón fuera. Nico dio continuidad por banda derecha con el lateral zurdo local convaleciente. Su pase a Álex Fernández permitió a éste meter un perfecto centro al segundo palo para la llegada de un Igor Sevivas que fusiló a la red.

El desparrame era total. Solo 26 minutos de partido y empate a dos tantos. Fue entonces cuando aurinegros y rojiblancos decidieron tomarse un respiro en ambas áreas mientras se discutían el balón en la medular. Así se llegó al descanso con la sensación de haberse jugado muchos partidos diferentes en solo una parte del mismo.

El paso por vestuarios reactivó a los de Luis Carro. Y tanto lo hizo que en solo dos minutos volvió a ponerse por delante en una admirable acción de combinación. Diego Abal arrancó por izquierda emulando en su zanco largo al teutón Briegel para ganar la línea de fondo y servir un pase de la muerte que Tomás engrandeció con un amago dejando pasar el balón, acción que se convirtió en perfecta asistencia para la llegada de Monchito que fusiló por bajo a Marcos Bermúdez desde el punto de penalti y hacer el 3-2.

Fieles a su patrón de juego, el Ribadumia empezó a dominar. Incluso pudo hacer el cuarto en una acción entre Abelleira y Fandiño que éste estrelló en el poste tras una perfecta volea. Poco después llegó el primer tanto anulado a Diego Lamas por supuesto fuera de juego. En el toma y daca volvió a dar el cuadro local, pero Fandiño remató arriba la culminación a una buena jugada.

La ansiedad empezó a atrapar a un Céltiga que sufrió las expulsiones, primero de Jacobo, y después de Aram tras protestar la jugada en la que se anuló el gol a Capi porque el balón había rebasado la línea de fondo antes del centro.

Restaban más de 25 minutos por delante y los de A Illa tuvieron que echar el resto. Su encomiable actitud a la hora de buscar la portería contraria, le obligó a asumir riesgos que el Ribadumia no aprovechó pese a contar con numerosas contras. Incluso se mascaba la sensación de peligro en cada acercamiento de los de Javi Rey.

Diego Abal, primero, y sendos manos a manos posteriores de Cheri y Aarón Paredes, solo sirvieron para que Marcos Bermúdez les ganase la partida de forma magistral. Y en medio de todo ello, un cabezazo de Capi pudo ser el 3-3 de no ser por una providencial mano de Roberto Pazos para mandar el balón a córner y poner el colofón a un partido disputado como una final y que sigue sin despejar incertidumbres respecto a la salvación.