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baloncesto

El Xuven entrega su carta a los Reyes

La plantilla acompañó a las Majestades de Oriente a su paso por colegios cambadeses

Los más pequeños gozaron con los jugadores y la visita real. // FDV

El Xuven tuvo una mañana muy especial ayer. Los jugadores que dirige Miguel Ángel Hoyo, con el propio técnico a la cabeza, tuvieron la oportunidad de convertirse en cortejo de los Reyes Magos de Oriente en su visita a los colegios Santo Tomé y A Pastora.

Fueron unas horas de lo más ameno para la delegación amarilla que además pudieron comprobar de primera mano la admiración de los pequeños cambadeses, pese a que la presencia de los Reyes Magos eclipsó lo suyo la atención generada por los propios jugadores. También es cierto que antes de la llegada de los protagonistas de la mañana, los jugadores tuvieron tiempo para dirigirse a la comunidad escolar para desearle unas felices fiestas.

Como buenos pajes de sus Majestades, los Adrián Chapela, Mike Callaghan o Joel Almeida entre otros, repartieron diversos regalos y muchos caramelos entre los niños que ayer disfrutaron de una jornada distinta con la ilusión como ingrediente protagonista.

Entre el trabajo desarrollado por los integrantes del Xuven estuvo también el recoger muchas de las cartas que los alumnos habían elaborado para dejar constancia de su lista de prioridades y regalos para estas navidades. Los propios jugadores también tuvieron la oportunidad de dejar su propia carta de manera individual, pero todos reconocían que el principal deseo es la consecución del mayor número de victorias para el próximo año.

Los Reyes Magos también tuvieron tiempo para atender individualmente a todos aquellos niños que quisieron acercarse a ellos para expresarle sus buenos deseos para el año próximo. Otros prefirieron hacerlo por escrito impresionados por el gran tamaño de sus Majestades de Oriente.

También hubo mensajes para los niños. Melchor, Gaspar y Baltasar se interesaron por la actitud de los niños en el colegio y por su buen comportamiento tanto en la escuela como en su casa. Hubo algún niño que incluso reconoció que se tendría que portar mejor, pero sin renunciar a la retahíla de regalos que recogía en su carta.

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