El Celta perdió ayer a uno de sus emblemas: Pepe Villar, que dedicó 45 años de su vida al equipo vigués como jugador y después como técnico.

José Villar Fernández recaló en la entidad céltica en 1948 procedente del Coia y debutó en la primera plantilla en la temporada 1950-1951. En las primeras campañas jugó en el centro del campo, para pasar a ocupar posteriormente el eje de la defensa. Sustituyó como capitán del Celta a Lolín.

Tras once temporadas en el primer equipo celeste, Pepe Villar pasó a desempeñar funciones de técnico en las categorías inferiores. Como jugador disputó un total de 248 partidos, de los que 32 correspondieron a Segunda División, 9 a la Promoción de Ascenso y el resto (207) a la máxima categoría del fútbol español. De hecho ha sido, junto a Manolo y Juan Fernández uno de los futbolistas que en más ocasiones defendieron los colores del Celta en Primera. A pesar de ser un jugador de corte defensivo nunca fue expulsado de un terreno de juego, lo que demuestra la nobleza de este símbolo del celtismo.

En 1961 se despidió del fútbol activo para iniciar una prolongada carrera como técnico del club. Pasó a entrenar al equipo juvenil, que llevó a disputar una final de la Copa del Generalísimo en el Bernabéu ante el Athletic de Bilbao. 2-1 ganó el conjunto vasco.

Dos de los mejores productos de la cantera viguesa, Manolo y Quique Costas, salieron de aquellas categorías inferiores que dirigía Pepe Villar, que con los años pasó a convertirse en el recambio del club para las situaciones de emergencia en el banquillo o como segundo entrenador.

Así colaboró con técnicos como Izaguirre, Carriega, Mariano Moreno y Chechu Rojo, entre otros. Las últimas temporadas en la entidad a la que dedicó los mejores años de su vida las pasó como ojeador de futbolistas para las categorías inferiores.

En la década de los noventa se jubiló y en 1994 recibió un gran homenaje. ¿Cómo le gustaría ser recordado?, se le preguntó un día: "Como un hombre sencillo que ha dedicado toda su vida al club de su ciudad", respondió.