El Celta se ha ganado a pulso su descenso. Durante doce meses ha hecho muchas cosas dentro y fuera del campo para que la jornada terminase así. Mala planificación, decisiones torpes del equipo técnico, bisoñez en la directiva. La amenaza del descenso fue apareciendo poco a poco en el horizonte del Celta y terminó tragándose el primer proyecto de Mouriño.

La temporada nació torcida desde el principio como la andadura de Mouriño que mal asesorado hizo su primera aparición ante el eslogan "Celta, 100% Vigo" que acabó pronto en el baúl de los recuerdos. El Celta cometió numerosos errores durante la planificación de la temporada. Después de clasificarse para jugar la Copa de la UEFA el equipo perdió algunos elementos importantes. Se fueron Sergio, Méndez y sobre todo Silva, el hombre cuyo descaro transformó al equipo, el que hizo mejores a todos sus compañeros. Los vigueses creyeron que Nené era el hombre que podía hacer olvidar a Silva y en base a eso decidieron invertir la mayor parte del dinero en el jugador del Alavés. Su desigual rendimiento haría que la gente se pasase el año venerando el recuerdo de Silva. Pero otro de los factores que más influyeron en el comienzo de la temporada fueron las lesiones, que afectaron sobre todo a los jugadores que acababan de sumarse al proyecto y que pusieron en entredicho la planificación que se hizo durante julio y agosto. En Tarragona, se lesionaron gravemente George Lucas y Pablo García en lo que sería el anuncio de la calamitosa campaña que viviría en Vigo. Al igual que Guayre, el uruguayo recayó continuamente y fue imposible para él adquirir un mínimo nivel de forma, lo que le ha señalado desde el comienzo como uno de los objetivos preferidos del público.

De todos modos, el arranque del Celta no fue malo. En casa era una calamidad de equipo incapaz de ganarle a nadie salvo al Valencia al que le dieron un baño de cuidado. Pero lejos de casa el equipo se sostenía con suficiencia y lograba resultados extraordinarios que le llevaron a coquetear con los puestos europeos. Eran tiempos felices. Incluso llegaron las victorias en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid y en Riazor frente al Deportivo. El equipo no se resentía de las bajas, la defensa parecía mantener el nivel de la temporada anterior, Iriney había crecido una barbaridad, Nené no aportaba fútbol, pero sí goles y Baiano era el de siempre. Por si fuera poco el Celta encarrilaba su clasificación en la Copa de la UEFA y nada hacía pensar que la temporada se podría complicar de tal manera. No se ganaba en casa pero el hecho de ser el mejor equipo fuera de casa de la Liga era un poderoso consuelo.

Despiste general

Diciembre fue un mes complicado porque el Celta no pudo enderezar su camino y las últimas derrotas del mes antes de que el equipo se marchase de vacaciones enturbiaron un poco la situación aunque nadie podía imaginar nada. De hecho, en medio del despiste genaral, los discursos de todo el mundo hablaban de entrar en Europa una vez más e incluso los más ambiciosos sueñan con que el equipo se meta en la final de la Copa de la UEFA que se disputa en mayo en Glasgow.

Enero trajo una serie interminable de desgracias que sumieron al Celta en una crisis difícil de sostiene y que enturbiaron el ambiente de forma definitiva. En ese mes el equipo de Fernando Vázquez pierde sus cuatro partidos (Betis, Atlético de Madrid, Getafe y Barcelona) y en alguno de ellos ofrece una imagen tan lamentable que pone en el disparadero la figura del técnico que se enfrenta seriamente a la posibilidad de ser destituido. Todo parece jugárselo en el primer encuentro del mes de febrero ante el Nástic en Balaídos. El equipo no pasa del empate, el público se encrespa, estalla contra el técnico y contra una buena parte de la plantilla. Al día siguiente el consejo de administración se reúne para tomar una decisión. Por primera vez Mouriño y sus hombres se enfrentan a la difícil decisión de decapitar a un entrenador o no. El consejo entra dividido a la interminable reunión, aunque pesan más las voces de los que creen que lo mejor es cambiar, que hay mucho tiempo para arreglar las cosas. A favor de Vázquez juega el recuerdo de Radomir Antic que en parecidas circunstancias tres años atrás llegó para enterrar definitivamente al equipo. En esa reunión cobra una especial significación la figura de Raúl López, amigo personal del técnico de Castrofeito. Aparece en escena cuando Vázquez tiene un pie en la calle y le da la vuelta a la situación después de una jornada en la que incluso el propio entrenador es llamado a consultas. A las dos de la mañana Mouriño ofrece una breve rueda de prensa en la que ratifica al entrenador "hasta final de temporada, con la máxima rotundidad y con todas las consecuencias". Vázquez asegura que trabajará más que nunca para que el equipo se mantenga. Ya nadie habla de Europa. La eliminatoria contra el Werder Bremen parece un estorbo y la gente se obsesiona en la salvación. En ese momento y ante los problemas que hay con las lesiones y con el rendimiento de algunos futbolistas, el mercado de invierno parece una hipotética solución a corto plazo como lo fue durante la última década. Pero sin dinero el Celta no puede aspirar a grandes cosas. Llegan el delantero Bamogo y el defensa Areias. Ninguno de los dos pasará a la historia del equipo por lo que harían de ahí en adelante. El equipo vuelve a las andadas al domingo siguiente ante su público contra el Espanyol, se toma un respiro en su visita a Pamplona donde gana por la mínima tras jugar más de una hora con diez jugadores, pero vuelve a estamparse en su estadio ante el Racing, el Athletic (partido que empata tras otra absurda expulsión de Pablo García) y el Real Madrid (pese a hacer un gran partido en el que pierde ocasiones de todos los colores). El entorno sigue agitado-la figura del entrenador se discute menos tras la ratificación y el odio de los seguidores se inclina hacia los futbolistas e incluso al consejo, al que se acusa de novato y de ser responsable de muchos de los males que arrastra el equipo- pese a que el equipo fuera de casa sigue jugando de forma decente aunque los resultados ya no le acompañaban. Lo que antes acababa siempre en gol, en Valencia o en Sevilla se encuentra con dos porteros gigantescos y el equipo sigue peleando en la zona baja por eludir un descenso que cada semana le amenaza más.

Adiós a Vázquez

En estas el Celta visita al Recreativo de Huelva, una de las sorpresas de la temporada. Los onubenses revientan en un final trepidante a un conjunto que ofrece una imagen preocupante por su sensación de desidia. Al día siguiente, aunque nadie lo imaginase, el consejo se reúne y destituye a Fernando Vázquez sin que esta vez le salve ni Raúl López ni sus promesas de que sacará el proyecto adelante. Mouriño se cobra su primera víctima como presidente. Esa misma noche el consejo pasa el día meditando sobre quién será el hombre al que encomendarán el equipo -y posiblemente las próximas temporadas si nos atenemos a la idea de proyecto que manejan-. Suenan técnicos experimentados como Floro o Kresic, gente de la casa como Rafa Saez...El Celta duerme sin entrenador, con un agujero importante en su casco y con el partido del Deportivo a seis días, una amenaza de que la semana podría terminar mucho peor de lo que habá comenzado.

Al día siguiente a media tarde desde Cataluña se anuncia que Stoichkov -seleccionador búlgaro, mito del barcelonismo- se hará cargo del equipo. Aterriza a última hora de la noche en Peinador en medio de un jolgorio fenomenal. Su presentación al día siguiente en A Madroa es de escándalo. Nunca tantos periodistas han acudido a un entrenamiento del Celta, llegan enviados especiales de toda Cataluña, el consejo se felicita por el golpe de mano efectuado. El nuevo entrenador abusa del populismo en los primeros días, pero le da un aire nuevo al equipo y a la ciudad. El domingo juega con dos delanteros y el Celta desarbola al Deportivo -un equipo patético por otra parte- y la felicidad regresa a Vigo. La afición está convencida de que la situación puede cambiarse y que se ha acertado con el "motivador".

Mínima reacción

Una vez más el Celta se estrella con la tozuda realidad. Cuatro derrotas consecutivas tumban el "efecto Stoichkov" de inmediato. Pierden ante el Zaragoza, Mallorca, Villarreal y Levante (en casa en un partido clave para el futuro) y ya nadie cree en la salvación del equipo. Esa semana Stoichkov, en su colaboración semanal con "El Mundo Deportivo", arremete contra los jugadores con violencia, les acusa de falta de compromiso y de mil cosas más. Eso le hace perder todo crédito en el vestuario por más que públicamente se dijese que los futbolistas creyeron la teoría de que el culpable fue el pobre redactor que tomó el artículo y que en un ejercicio prodigioso de imaginación se lo había inventado todo. Un muerto acude a jugar en Anoeta en busca del último tren. Juega un gran encuentro, pero un par de errores graves en el arranque de la segunda parte le hunden en la miseria. Ese día nadie duda de que el Celta es equipo de Segunda División ya que incluso logrando los nueve puntos que restan para el final no tendría garantizado seguir en la máxima categoría. Eso hace que todo el mundo empiece a pensar en la temporada que viene, en los poderes de Stoickov, en el papel de Félix Carnero -cada vez más lejos del Celta-, en los jugadores que seguirán, en los que no...El equipo recibe al Betis en Balaídos y se impone gracias a un penalti inexistente en el descuento. Siguen vivos una semana más aunque los resultados del resto de rivales hacen casi imposible seguir en Primera. Vuelve a repetirse lo de tres temporadas atrás cuando el Celta luchaba por la permanencia y se encontró con que sus rivales, llegado ese momento determinante, no aflojan y hacen más puntos de los esperados. La salvación se sitúa a cuatro puntos con dos partidos por jugar. Misión casi imposible, milagro lo llaman. Dispuesto a que la gente vuelva a creer el Celta gana en el Calderón y todos sus rivales fallan. Un aguijonazo en el alma de los aficionados que se ven a un punto de la salvación tras una temporada en la que la permanencia había estado muy barata. Se agotan las entradas para el partido ante el Getafe. Hay que ganar y esperar un tropiezo de Betis o Athletic. No llegó y adiós a la Primera.