Piragüismo

Ahijado mío

Daniel Rodríguez, reciente medalla de oro en el Campeonato de España infantil en C-1 3.000, sueña con competir algún día junto a su padrino, el campeón mundial y europeo de maratón Manu Garrido

Daniel Rodríguez Bouzada, durante la competición en aguas del Guadalquivir.

Daniel Rodríguez Bouzada, durante la competición en aguas del Guadalquivir. / FDV

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Manda más el amor que la genética. Lo escribe así Daniel Rodríguez, palada a palada, sobre las aguas del Guadalquivir. Cuando cruza la meta, gira la vista hacia La Cartuja, donde la gente del Kayak Tudense se ha asombrado y celebra. A él mismo, a la vez que sonríe, se le derrama el estupor de esos ojos abiertos como platos. Acaba de proclamarse campeón de España infantil de C-1 3.000 contra todo pronóstico.

La victoria, sin embargo, comenzó a sembrarse hace muchos años, en el regazo de Manu Garrido. Tío y padrino de Daniel, el multimedallista en maratón exclama: “Es una pasada la evolución que ha tenido en tan poco tiempo”.

Daniel, durante la competición en aguas del Guadalquivir.

Daniel, durante la competición en aguas del Guadalquivir. / FDV

Nada predisponía sanguíneamente a Daniel hacia el piragüismo, más allá del rumor próximo del Miño. No, al menos, por herencia de sus padres, Lito y Montse. De hecho, antes había probado judo, fútbol sala, fútbol... “No era muy competitivo. Iba a divertirse y pasarlo bien. El fútbol no terminó de engancharlo”, relata Lito.

La vocación le surgió de forma vicaria, desde la contemplación de su héroe. La hermana de Montse, Laura, está casada con Manu Garrido. “Llevamos con Manu desde los 16 años, yendo a sus regatas, o por internet”, resume Lito. Lo vieron ganar in situ el Mundial de 2022 en Ponte da Lima, por ejemplo. Han estado a su lado en Banyoles o China. Garrido también se impuso en el Europeo de 2023. “Al final, seguimos el piragüismo de cerca y al Tudense le tenemos mucho apego. Somos casi una familia”.

Del kayak a la canoa

Antes, hace cuatro años, Daniel ya se había anotado a un curso estival del club miñoto. Se inició en el kayak, como se suele, y dos veranos después se pasó a la canoa, más exigente y técnica. “Quería seguir los pasos de mi tío y es donde empecé a sentirme más cómodo”, explica el joven. Garrido reconoce: “Para mí es especial que le guste la canoa”.

De bebé, en el regazo de Manu Garrido

De bebé, en el regazo de Manu Garrido / FDV

“Este deporte se basa mucho en el entrenamiento. Daniel lo fue cogiendo con más ganas”, describe Lito. Cuatro sesiones por semana, de dos horas de gimnasio, carrera y agua, constituyen hoy su rutina. El propio Manu y mayormente José Luis Bouza, Buzo, lo tutelan. Sus resultados habían sido buenos: noveno en su primera participación en el Campeonato de España y oro en el C-4 por autonomías en noviembre pasado. Otros, de entre su generación, lo superaban. En Galicia, concretamente, David Davila (Ría de Aldán) y Marco Eirís (Poio). “No había tenido fortuna. A veces dependes de muchos factores”, conviene Lito.

En ningún caso se le había includo entre los favoritos cuando las canoas se situaron entre las boyas sevillanas. Daniel y Manu Garrido habían intercambiado sus papeles; esta vez era el tío quien se apretaba las manos al otro lado de la pantalla del ordenador, en Tui. “Todos en la familia nos levantamos para verlo competir. De repente sale muy bien, se pone a marcar la prueba... Y nosotros, alucinados”, confiesa Garrido.

El ímpetu no obedeció seguramente a una táctica preconcebida, sino a la ansiedad. “Hubo algún vuelco que retrasó la salida y me puse muy nervioso”, confiesa Daniel. Lito acota: “Es más fácil ir detrás de otro que te lleve. Pero él siempre fue tirando”.

Solo el catalán Leo Faass (Pollença), que defendía su trono, aguantó el ritmo impuesto por el tudense. Si alguien intuía su desfallecimiento, se equivocó. “Una vez pasada la primera ciaboga, al vernos a los dos delante, me tranquilicé”, describe. Daniel(16:13,17) acabó superando a Faass (16:18,29) por cinco segundos. Davila completó el podio (16:26,02). Eirís quedó décimo (17:28,46). “No me creía que ganaba hasta que crucé la línea de meta”.

Con Leo Faass y David Davila, en el podio de La Cartuja.

Con Leo Faass y David Davila, en el podio de La Cartuja. / FDV

La de 3.000 es la prueba más larga para su edad. “En estos momentos no está decidido hacia dónde caminar. Aún es muy pequeño. Con el tiempo se valorará la distancia ideal”, detalla Lito. El piragüismo en pista, más corto, posee el reclamo del reto olímpico. Pero Daniel, en todo caso, además de ambicionar una beca en el Centro Galego de Tecnificación, alienta un sueño: “Poder competir algún día junto a mi padrino”. Y Garrido se enorgullece: “Ahora le toca seguir disfrutando para entrenar con más ganas y seguir logrando títulos”.