Atletismo

La edad de oro

Tania Valverde (M35), en salto de longitud, y Miguel Gómez (M40), en 200, han regresado de la polaca Torun como campeones de Europa de veteranos

Tania Valverde, durante una competición en Expourense.

Tania Valverde, durante una competición en Expourense. / Ollodexan

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Tania Valverde, de 36 años, ejerce de guardiana más allá de las verjas del puerto vigués, en ese territorio fronterizo de reglas propias. Vigila los accesos, ordena el tráfico y fiscaliza el ajetreo de pasajeros y mercancías. Miguel Gómez, de 42, apacienta a los estudiantes de Industriales. Les instruye sobre los misterios de la ingeniería mecánica y del alma que la concibe. Los dos, la policía y el profesor, concluida la jornada laboral, se despojan de protocolos para retornar al tartán. A la libertad de su vuelo y su galope. Valverde acaba de proclamarse campeona de Europa de salto de longitud en M35; Gómez, igualmente campeón en 200 en M40. Reyes otoñales en esta recién estrenada primavera, ninguno le fija caducidad a su pasión. “Es como que lo disfrutas mucho más”, asegura Valverde del atletismo.

Tania Valverde, céltica de larga trayectoria que fue del ADAS y milita en el Ourense, ha quedado varias veces campeona autonómica sénior e incluso estatal en la adolescencia. Como master irrumpió en 2023 en el Mundial, celebrado también en Torun. Quedó tercera. A este Europeo en la localidad polaca acudió con referencias frescas. “Más o menos sabía las marcas. Te fijas en algunas. Conocía a otras que han quedado más atrás. A la segunda y la tercera, no”.

Miguel Gómez, en una competición anterior.

Miguel Gómez, en una competición anterior. / Cedida

La noruega Katarzyna Kwit en ningún momento amenazó. Firmó 5.21 en el penúltimo intento. La letona Kristi Vohmar, en cambio, obligó a la olívica a exprimirse. “Saltaba antes que yo e iba mejorando progresivamente. Fue ajustado y emocionante”,relata. La cuarta tanda se erigió decisiva; 5.49 de Vohmar y 5.52 de Valverde para auparse a la cima.

“Ha sido una experiencia increíble”, celebra. La aritmética acompaña su júbilo. Tania Valverde había alcanzado los 5.69 al aire libre y los 5.53 en pista cubierta, que era el caso. Bordea, en consecuencia, su tope, sin que la edad le haya hecho mella. “Al contrario, estoy en mis mejores marcas”, retruca. Y aun mantiene una pesarosa costumbre, que revela con una sonrisa: “Me avergüenzo cuando me preguntan por mis marcas. No son las que debería. Los nulos siempre han estropeado las mejores a lo largo de mi vida atlética”. Sucedió en Torun, con la punta del pie invalidando sus saltos más largos.

Tania Valverde, con la medalla de oro.

Tania Valverde, con la medalla de oro. / Cedida

Tal vez algún pistoletazo haya abortado la carrera que Miguel Gómez había presentido especialmente veloz. El cronómetro, en general, no resulta tan caprichoso. El vigués, céltico desde 1998, manejaba información exhaustiva de sus posibles competidores. Varios lo habían acompañado a M40 desde el tramo anterior. Era su tercer Europeo Master –dos bronces– y había sido cuarto en un Mundial. “Nos conocemos de otras ocasiones”, admite, si bien advierte: “Siempre aparece alguien nuevo. No controlas a todos ni conoces su estado de forma. Sabía que había rivales buenos y que iba a ser difícil. Pero sí que me veía con opciones”.

La competición apuntaló su optimismo. Ganó su serie (23.36) y sus semifinales (22.98). En la carrera decisiva completó su progresión. Su 22.92 le valió para superar al israelí Asaf Malka (23.01) y al francés Boubacar Tall (23.25). “Fue una final muy ajustada. Una décima... Realmente al límite”, refrenda.

En el fondismo, la resistencia física y mental compensa la pérdida de lozanía en la mudanza a distancias superiores. Las especialidades de Valverde y Gómez exigen tersura muscular. “Todo tiene su dificultad”, analiza el celeste. “También uno va aprendiendo a conocer su cuerpo, cómo recuperarse, cómo gestionar los tiempos y los entrenamientos”. Resistir es vencer: “La gran mayoría de rivales que tuve cuando era más joven lo ha ido dejando o ha bajado de nivel. Yo me he mantenido más o menos. Es lo que me hace destacar ahora en veteranos”.

Los datos objetivos lo sostienen, más allá de la perseverancia. Su plusmarca en 200 es de 21.66 (“de 22.30 en pista cubierta, creo recordar; no había en Galicia y casi no se competía”, menciona de épocas posteriores a Riazor y previas a Expourense). “Donde mejor me mantengo es en 100”. Hoy cubre el hectómetro en 11.00, acariciando el 10.82 de su mocedad. “Hay que evitar tener obsesión con las marcas. Por otra parte, al menos para mí, es muy importante confiar o creer que puedes seguir; igual no mejorando la marca de hace 20 años, pero acercándote”, predica. “En ocasiones sí que ocurre. Con 39 años, hice mi mejor marca desde los 25. Siempre hay que tener confianza en uno mismo para conservar la ilusión”.

Miguel Gómez, con los otros ocupantes del podio.

Miguel Gómez, con los otros ocupantes del podio. / Cedida

A Tania Valverde la homenajean en la Autoridad Portuaria, a la que ha representado en olimpiadas de bomberos y policías. “Nos apoyan un montón. Me gusta que le den tanta importancia al deporte y que lo reconozcan. Que no solo le den valor las personas que estén metidas en este mundo se agradece”. A Miguel Gómez algún alumno le ha mencionado sus hazañas atléticas “como curiosidad”. Ambos comparten con las nuevas generaciones entrenamientos y eventos. “Tengo muy buena relación con todos los chavales”, indica Gómez. “Me resulta muy divertido ir con ellos a las ligas y a estar en su mundo, aunque sea más desde la distancia. “Para mí, cada campeonato es el que toca. Seguir compitiendo con jóvenes me obliga a mantener cierto nivel y me ayuda en veteranos”.

Coinciden en que ahora paladean el atletismo con mayor fruición. “Siento que empiezo a disfrutar de verdad. Tengo menos presión. Además, claro, te ves con capacidad de ir batiendo récords gallegos o de España”, detalla Valverde, que valora especialmente el factor humano: “Te sigues exigiendo, pero en las competiciones el ambiente no tiene absolutamente nada que ver. Es mucho más de amistad, de apoyo. Al Campeonato de España llegué con una lesión en el sóleo y mis compañeras me animaban, aunque sabían que seguramente les iba a ganar si saltaba bien. Les daba igual. Es un deporte muchísimo más sano”.

Miguel concluye: “Cuando eres joven vas viendo dónde puedes llegar, con muchas ilusiones que tal vez son imposibles. Por tu desconocimiento te ves capaz de todo. Con los años aceptas el nivel en el que estás, el que te toca. Nunca me hubiera imaginado durar tanto. Con 25 años hubiese pensado que me quedaban uno o dos. Pero me sigue apeteciendo.Descanso un poco y me vuelven a entrar las ganas. Así han pasado 27 temporadas”.