Halterofilia

Atlas, bajo el diluvio

Los miembros del C.H.Vigo promueven nuevas camadas pese a los prejuicios, que los excluyen de las escuelas municipales, y las graves deficiencias en la instalación de Samil

Miembros del C.H. Vigo, ayer, ante el complejo de Samil.

Miembros del C.H. Vigo, ayer, ante el complejo de Samil. / José Lores

Armando Álvarez

Armando Álvarez

“Dice mi madre que te puedes quedar bajita”, le espetó un amigo a Amy Abelleira, reciente campeona de España júnior, hace ya algunos años. Contra estos prejuicios, que los estudios desmienten, sigue peleando el Club de Halterofilia Vigo, excluido de las escuelas municipales. Más ásperas resultan incluso las penurias materiales. Los halteras olívicos permanecen confinados bajo la grada del campo de Samil, en paupérrimas condiciones, desde que las obras de reforma los desalojaron de Río. Todo les pesa y sin embargo, alientan nuevas camadas. Edgar Barreiro y la aún quinceañera Helena Bello acudirán en breve al Campeonato de España sub 17.

La halterofilia, ese amor al levantamiento de pesas, presume de origen antiguo y estirpe olímpica. Al fin y al cabo Atlas sostenía la bóveda celeste. También el C.H. Vigo exhibe sus raíces. Aunque de fundación imprecisa, los registros de récords lo datan de 1966 como mínimo. El más antiguo de Galicia, en todo caso, con referentes como el internacional Roberto Gil en los años setenta. De él se recuerdan los 181 kilos que levantó, casi doblando los 94 propios. Otra época. El dominio gallego ha cambiado de manos. “Hace ya una década por lo menos que A Coruña es top a nivel nacional, con mucha gente y cantera”, admite Teresa Elvira, vocal en la directiva, practicante y jueza federativa.

Halteras jóvenes del club.

Halteras jóvenes del club, con su entrenador. / Cedida

En Vigo han experimentado fluctuaciones durante los últimos años. Influye el contexto particular y general. Los éxitos de Lydia Valentín han contribuido a impulsar el reclutamiento femenino en toda España. En el club vigués, 31 de sus 63 levantadores con licencia son mujeres. “Cuando empezamos algunas, no éramos suficientes para formar equipo. Se ha notado mucho el crecimiento”, certifica Teresa.

La efervescencia del crossfit también les ha beneficiado. “No es parecido pero la gente nos vincula y se usan mucho ejercicios de halterofilia. Nos ha ayudado”, conviene la dirigente. Y ahora cunde el powerlifting, que se basa en sentadillas, peso muerto y press de banca. “Son completamente distintos a nuestros movimientos de arrancada y dos tiempos. Nosotros los utilizamos para ganar fuerza, sobre todo la sentadilla. Pero son disciplinas que se pueden compaginar. Aunque hay bastantes powerlifters, no vemos que resulte perjudicial para nosotros”.

De hecho, al club llegan algunos como actividad exclusiva y otros como complemento de sus deportes principales. “Hay chavales que juegan al fútbol y gente de atletismo. Estamos muy en contacto con compañeros de las pistas de Balaídos. Vienen en verano, cuando ellos descansan, a hacer accesorios de fuerza. La halterofilia es también potencia y velocidad. Realizamos muchos saltos y salidas cortas. Tenemos una pertiguista de 15 años, que lleva dos años en halterofilia y con buenas marcas también”.

Miembros del C.H. Vigo, ayer, 
ante el complejo de Samil; abajo,
su espacio bajo la grada.
 // José Lores/Cedida

Miembros del C.H. Vigo, ayer, ante el complejo de Samil. / José Lores

A esas tendencias positivas se oponen las circunstancias que los lastran. Los define el impulso que intenta vencer la resistencia. Cuesta enrolar a niños y niñas para su iniciación temprana. “Es nuestro mayor hándicap”, asume Teresa. Aunque desde que concluyeron las restricciones de la pandemia se ha consolidado ese “grupito potente” de adolescentes que compiten a nivel autonómico y nacional, la mayoría de miembros son adultos.

“Nos cuesta mucho entrar en deporte base. Hemos intentado en varias ocasiones meternos en las escuelas municipales. Se nos ha dicho que no se aceptaba este deporte para menores de 13 años porque los ejercicios de fuerza retrasan el crecimiento. Está totalmente demostrado que no es así”, revela. En realidad, con los más pequeños se practica la técnica. Y el peso se introduce precisamente a partir de los 13, de manera muy progresiva. Aprender a fallar, eludiendo cualquier lesión, se erige en prioritario, según ha explicado Pablo Vázquez, el entrenador de Amy, que se inició a los 11. Tere matiza: “Sí que hacemos captaciones. Tenemos un par de institutos y colegios a los que intentemos ir una vez al año”.

Una imagen del espacio que ocupan bajo la grada de Samil.

Una imagen del espacio que ocupan bajo la grada de Samil. / Cedida

“También nos perjudican las instalaciones que tenemos”, advierte. Es la reclamación específica y reiterada. El Club de Halterofilia Vigo usufructuaba un espacio bajo Río Bajo, en Balaídos, cercano ya a Marcador. Cuando se inició la reforma, en 2017, mucho antes incluso de lo que hubiera resultado necesario en su caso, el Concello los reubicó bajo otra grada: la del campo de fútbol inscrito en el Complexo Deportivo de Samil. “Y ahí seguimos”.

En este recorrido por su orilla los ha acompañado el Lagares. Su estancia puede convertirse en manglar o afluente. “Cuando diluvia, literalmente tenemos ríos dentro. Las goteras nos han estropeado la madera de tres tarimas”. Además, el espacio es tres veces menor del que disfrutaban en Balaídos. En los entrenamientos se aglomeran incómodamente. Solo disponen de un vestuario, lo que les obliga a realizar turnos por sexos para ducharse. Y una avería en la caldera ha dejado las instalaciones sin agua caliente desde hace un mes.

“Hemos hablado con los técnicos del IMD, pero obviamente no les compete que nos puedan volver a cambiar.. Hemos solicitado reuniones con el concejal de Deportes”, cuenta. Otras modalidades han ido regresando a Río. A los halteras les han ido proporcionando plazos que nunca se han cumplido o ya no se les ha dado respuesta. “No tiene por qué ser Balaídos. Nosotros nos adaptamos. El material es todo nuestro. Solo necesitamos que nos cedan un espacio útil”, concreta Tere. Reclaman ese apoyo. De imponerse a la gravedad, ese planeta que tira hacia sí, ya se encargan ellos.

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