Fútbol - Supercopa de España

La estrella es el portero

Sin los soberbios Courtois y Ter Stegen no existiría mañana el ‘clásico del desierto’, cuando antes eran decisivos figuras como Messi o Cristiano

Asensio y Benzeman felicitan
a Courtois tras la tanda de
penaltis con el Valencia.  | // STR

Asensio y Benzeman felicitan a Courtois tras la tanda de penaltis con el Valencia. | // STR / Marcos López

Marcos López

Acabada la primera semifinal de la Supercopa en Riad, y segundos después de detener el penalti decisivo a Gayà, Thibaut Courtois ofrecía una didáctica lección de serenidad futbolística repasando, uno a uno, los lanzamientos. Desfilaban por su mente como si tuviera enfrente a Cavani, que anotó el 0-1 con tranquilidad (“los últimos los tiró a la derecha y por eso me fui a ese lado”, reconoció); Cömert, que envió el balón a las nubes; Ilaix Moriba, sin distancia y preciso en el 2-2, al igual que Hugo Guillamón con el 3-3 antes de que le tocara al lateral zurdo valencianista.

Ter Stegen, en el centro del corrillo azulgrana tras eliminar al Betis.   | // AHMED YOSRI

Ter Stegen, en el centro del corrillo azulgrana tras eliminar al Betis. | // AHMED YOSRI / Marcos López

“Gayá falló con Bono, del Sevilla, tirando a la izquierda y antes tiró contra el Betis al medio”, iba relatando el meta belga sobre el mapa que usó para guiar al Madrid a la final. “Así que tuve claro que iba a tirar al medio o a la derecha y por eso no me tiré al fondo hacia la derecha, quedándome en el medio”, confesó luego sin temor alguno a equivocarse. Y no se equivocó Courtois, quien antes con una monumental parada, digna de un portero de balonmano, había frustrado al Valencia repeliendo el disparo del joven Fran Pérez en el minuto 100 de la prórroga.

Sin el talento innato de Courtois, junto a la ciencia que ha introducido en el estudio de los penaltis no se habría dado el clásico en Arabia contra el Barça. “No, no entrenamos los penaltis”, confesó el cancerbero belga. No hace falta. Él sí estudia y de manera obsesiva a cada uno de los tiradores que tiene enfrente. Ter Stegen, también. Son locos de su oficio. Porteros que han elevado el nivel de esa posición hasta transformarse en referencias. No solo por lo que paran, que es mucho, síntoma también de la debilidad de Madrid y Barça en sus estructuras defensivas, sino por lo que intimidan.

Ambos dominan el escenario con una personalidad indiscutible porque no sienten vértigo cuando el balón cae en sus pies –quizá más el madridista que el azulgrana– y gobiernan el territorio de manera dictatorial. A veces, hasta con una simple mirada. Incluso Messi, el mejor del planeta, sucumbió la pasada temporada en el Parque de los Príncipes ante un penalti que le paró Courtois, un tipo singular (30 años), capaz de transitar del Atlético al Chelsea antes de recalar en el Madrid. “La verdad es que no entrenamos las tandas. Algún compañero me chuta un penalti. Pero nada más. Se trata de ver los vídeos de los lanzadores”, confesó el meta blanco, capital en el relato futbolístico del Madrid del doblete. Se llevó Benzema el ‘Balón de Oro’ por su extraordinaria Champions y Liga del curso pasado. Aunque jamás habría besado esa pelota dorada sin la protección, a veces sobrenatural, que irradia este gigantesco portero (mide 2 metros) que llena toda la portería. Por arriba y por abajo.

A Ter Stegen, con también 30 años, pero más bajo (mide 1.87 m), le ha llegado su segunda edad de oro ahora. Justo tras vivir varios meses bajo sospecha, víctima de sus problemas físicos con esa rodilla que no le permitía volar como de costumbre. Pero el alemán, que tuvo al fin un verano libre sin tener que pasar por quirófano alguno, se ha liberado en esta temporada. “Hace más de un año que estoy a muy buen nivel”, confesó tras ser decisivo con paradas espectaculares y, finalmente, resultar fundamental en la tanda de penaltis deteniendo los lanzamientos de Juanmi y Wlliam Carvalho.

“Me gustaría no tener tanto trabajo”, admitió Ter Stegen, reconociendo que “últimamente estamos defendiendo muy bien”. Se refería a la Liga donde el Barça solo ha encajado seis goles en 16 jornadas, casi los mismos que le ha metido el Intercity (3) en la Copa y el Betis en la Supercopa (2) en tan solo 180 minutos. Se le acumula el trabajo al meta alemán. Gracias a él, Xavi resopló aliviado tras estar al borde del precipicio. “Tenemos un grandísimo portero, marcó la diferencia. Él nos llevó a la final”, dijo el técnico, feliz de agarrarse a la manos de acero de Marc, fichaje soberbio de Andoni Zubizarreta (llegó en el verano de 2014, previo pago de 12 millones de euros; una ganga entonces, más ganga ahora). Con esas manos abandonó el Barça el abismo y libra mañana el primer clásico oficial.