Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ainoha Repáraz entrena una salida en Porto do Molle.José Lores

ATLETISMO

Una flor en la maleza

El asfalto de una rotonda de Porto do Molle, una pista de grava o Playa América son escenarios precarios donde la velocista Ainhoa Repáraz pule su talento a las órdenes de Óscar Fernández

El asfalto de una rotonda del polígono de Porto do Molle, la gravilla del proyecto fallido de una pista de atletismo anexa, la sombra del paseo fluvial contiguo, la arena de Playa América, Gondomar y las pistas de Balaídos, dos días a la semana, son los escenarios donde Óscar Fernández pule con exquisito mimo las cualidades de la velocista de la Sociedad Atlética Val Miñor Ainhoa Repáraz, que viene de firmar una sobresaliente actuación en el Europeo Sub 18. En Jerusalén finalizó cuarta en la final de 100 metros lisos, donde estableció un nuevo récord nacional de la categoría y récord gallego absoluto con 11:53 (logrado ya en las series clasificatorias), y donde se subió al podio en los relevos tras firmar el tercer puesto con el equipo nacional.

Su entrenador califica su actuación de sobresaliente, teniendo en cuenta que se trataba de su debut internacional, mientras que la atleta afirma que sigue sin creerse su actuación en el Givat Ram Stadium de Jerusalén. “Ha sido alucinante. Todavía me sigue pareciendo increíble”, dice ya de regreso a los entrenamientos. “Ha sido la mejor experiencia de toda mi vida”.

Repáraz, en el paseo fluvial de Porto do Molle.

Bajo un sol de justicia, Fernández da instrucciones a sus pupilos mientras custodia la medalla de Repáraz. Su talento no discrimina escenarios. Estira en el asfalto, trota en la arena y mantiene intacta su ilusión tras una experiencia que, asegura, no olvidará “jamás”.

Ese 11:53 que afloró de las piernas de Repáraz en el primer día de competición hizo que, por un momento, le entrara la presión por mantener el listón tan alto. “Hay que mantenerlo”, se dijo en un primer momento. Pero el análisis posterior equilibró la balanza hacia la calma. “Hice récord de España sub 18 y gallego y ya me llega, así que ahora, haga lo que haga, lo haré sin presión”, dijo con la misma humildad con la que se entrena.

“Disfruté mucho. En la final salí tranquila y salió como salió. No salí muy bien y traté de recuperar, pero me hubiese hecho falta algo más de metros para recuperar, pero estoy muy contenta igualmente”, añade al tiempo que confiesa que “en ese momento el cuarto puesto me dio rabia, porque me quedé a centésimas de la medalla, pero cinco minutos más tarde estaba muy contenta, me llegaba y me sobraba”.

Bronce en el relevo

Casi sin tiempo de descansar, compitió en un relevo que fue una montaña rusa también. Primero cuartas, luego reclamación y, por fin, el bronce. “Cuando quedamos cuartas pensé que me había quedado de nuevo a las puertas, pero estaba satisfecha porque lo habíamos hecho muy bien todas y habíamos dado todo lo que teníamos”, valora. “Cuando dijeron que la República Checa había sido descalificada estábamos todas llorando de emoción. Subimos al podio y estábamos contentísimas. Me gustó mucho que al podio pudimos subir todas las que habíamos corrido en la semifinal y en la final porque todas nos merecíamos esa medalla. Si llegamos a la final es por todas las que corrieron las ‘semis’ también”, dice la miñorana, que corrió 200 metros en las semifinales y 100 en la final.

Esa empatía y compañerismo es una de las señas de identidad de una atleta que, pese a su gran proyección tras este campeonato, valora sobre todas las cosas sentirse a gusto y con sus compañeros de siempre. “Me han llamado de otros clubes, pero no he pensado en ello. Me quiero quedar en el Val Miñor por lo menos un año más porque aquí me siento en casa y estoy a gusto”, afirma. “Prefiero eso a que me paguen. En las ligas prefiero ser filial de Celta, donde me llevo muy bien con la gente también”, añade.

Repáraz (drcha.) tras competir en el relevo.

En 2023, la carrera que elija decidirá su futuro, que podría estar en Estados Unidos. “Todavía no sé qué quiero hacer, cuando lo sepa decidiré pero no me iré a estudiar fuera si luego no puedo trabajar en España, porque mi intención es trabajar aquí”. Lo que sí tiene claro es que estudiará “cualquier cosa que no sea de ciencias, las descarto completamente”, confirma tajante la velocista, que estudiará el próximo curso 2º de Bachillerato. Publicidad o marketing están ahora entre sus preferencias. A largo plazo, la atleta solo pide “seguir hasta que siga estando cómoda, que me guste lo que hago y lo disfrute”. “En el momento en el que ya no pase eso lo voy a dejar”, anuncia.

La receta del éxito para Repáraz, la gran esperanza de la velocidad gallega, no tiene misterios. “Entrenar mucho y mi entrenador, que sabe mucho”. “Óscar sabe perfectamente qué hay que hacer para dar todo de mi”, dice sobre su técnico con el que lleva desde sus inicios, hace unos tres años, cuando un profesor del colegio le vio cualidades y se sugirió que probara en el atletismo: “Fui un día, Óscar me vio y dijo que yo era velocista; y aquí estoy”.

Una acreditación equivocada

Repáraz asegura haber regresado del Europeo Sub 18 “con una familia, más que con un equipo de competición”. “Son amigos que nunca voy a olvidar”, dice sobre una experiencia en la que vivió anécdotas como la de recibir una acreditación con una foto equivocada. “Me pusieron la cara de un chico. Cuando fui a la pista ese día no me dejaban acceder. Ya no la llevaba puesta porque, aunque ponía mi nombre, la foto no se correspondía”. Una anécdota que no descentró a la velocista, que en el primer día de competición reventaba el crono en su serie.

Repáraz, con sus compañeras de equipo, de visita turística en Jerusalén.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.