Tamara Amigo acabó el maratón de la mano de su hija y girándose emocionada hacia su pareja, que la aguardaba en el público. Sin aparente esfuerzo por parte de la ponferradina, afincada en Lugo y trabajadora de la Pulpería Maciñeiras, como se acuerda de señalar con el limpio afán promocional de quien no esperaba semejante protagonismo.

Poco podía prever Amigo, que jamás había disputado un maratón. “En el medio maratón tengo 1.30. Quería probar. Mi idea era hacerlo en 3.30. Sabía que tenía que ir a 4.45 o 4.50 por minuto. Vi que iba cómoda. Me puse con el grupo de 3.15 y fui todo el rato hasta que los tuve que dejar para ir a mi ritmo y hasta aquí. Muy feliz”, indica. Su tiempo fue de 3.17.28.

El vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, con una copiloto de Discamino. MARTA G. BREA

“No venía a ganar ni mucho menos. No me dedico a esto. Lo hago porque me gusta. Disfruto muchísimo corriendo. Vi a la chica que iba segunda cuando dábamos la vuelta. No tenía referencias. Me daba igual. Quería terminarlo. En A Coruña, hace cinco años, me lesioné la rodilla en el kilómetro 30. Tenía esta espina”, detalla. “Tenía referencias de que la Vig-Bay era muy difícil. No es fácil, pero he corrido pruebas con más desnivel, aunque más cortas. Me puse en mi ritmo siempre controlando, con cabeza. Me salió bien. Otro día saldrá peor”.

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No se la atragantó el famoso muro, que en todo caso se encontró después: “Lo que más me costó fue desde el kilómetro 38. En la cabeza tenía que era para abajo, bastante fácil. Pero las piernas ya… Hasta para abajo te duele. Después la sensación de estar ya llegando puede más que nada”.