Un aplauso de los compañeros esperaba a Ansu Fati cuando ascendía las escaleras que van del vestuario al campo Tito Vilanova de Sant Joan Despí. Enfilaba el delantero el regreso al césped, a la actividad, al fútbol, del que tuvo que despedirse por última vez el pasado 20 de enero cuando sufrió una rotura “del tendón proximal del bíceps izquierdo” en San Mamés al comienzo de la prórroga de la eliminatoria de Copa.

Ansu Fati ya está de vuelta, en el tramo final del tratamiento conservador que eligió cinco días después de caer en Bilbao con el que pretendía esquivar el quirófano, que era la opción que le aconsejaban los médicos, para suturar esa rotura. Dos meses lleva trabajando, la mayor parte del tiempo en Madrid, en manos de un fisioterapeuta particular de su confianza, Joaquín Juan, para volver con garantías a los terrenos de juego.

Sin plazos

No hay plazos para la reaparición de Fati. No hay prisa alguna por el tiempo que ha pasado ya el joven futbolista en la enfermería. Mucho. Demasiado.

Lastrado primero por una lesión en el menisco izquierdo –el 7 de noviembre de 2021, en el Barça-Betis– que se complicó, hasta el punto de sufrir cuatro intervenciones en la articulación, y acomplejado después por unas inexplicables roturas musculares: dos esta temporada (en noviembre y enero) que le han impedido un regreso tranquilo a la competición.

Fati apareció ayer en el césped representando una simbólica reincorporación al grupo. Los minutos con los compañeros y la intensidad de los esfuerzos irán aumentando progresivamente para evitar, sobre todo, cualquier contratiempo. La fecha de su aparición en el Camp Nou se acerca. Alrededor de tres semanas es el plazo más optimista, y más prudente, que se baraja para ver de nuevo sonreír al joven delantero. Las características de la lesión y el historial médico obligan a extremar la prudencia.

Ni prisa ni ansiedad

Ha desaparecido la prisa y, sobre todo la ansiedad, para saltar de nuevo al campo. Han desaparecido la prisa y la ansiedad en el Barça y en Ansu Fati, escaldados todos por los frustrantes precedentes. La reaparición de Fati, esperada y deseada, no es urgente ni imprescindible ni vital. El equipo cuenta ahora con recambios suficientes en el ataque y el equipo disfruta de la estabilidad gracias a la espiral de victorias encadenada.

El impacto de Fati en el equipo fue demoledor desde el primer día. Desde que debutara con 16 años y marcara dos goles en los primeros tres partidos. Acabó con 8 tantos en esa primera campaña (19-20) con 23 partidos disputados. Solo pudo jugar 10 partidos en la siguiente (20-21) y marcó cinco tantos, antes de romperse el menisco tras una entrada del bético Mandi. Las sucesivas operaciones en el menisco le tuvieron parado hasta septiembre. Protagonizó una reaparición sonada, como acostumbra. Con un gol. Igual que la de enero. Con otro tanto al Madrid en la Supercopa.

Xavi solo ha tenido a Fati en dos partidos. Tampoco tiene prisa ni ansiedad. Le quiere sano toda la vida y esperará lo que haga falta.