Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ciclismo

Felicidad a dos ruedas

Mauro González Fontán, gran figura del ciclocross gallego, se centra ahora en el enduro tras años a menor ritmo mientras preparaba las oposiciones a bombero

Mauro González Fontán, en O Castro. José Lores

Mauro González Fontán se recuerda a dos ruedas desde que era niño; deslizándose sobre el asfalto o culebreando en el barro, hincándose para coronar una cima o equilibrándose en los descensos, con cuadros rígidos o suspensiones sensibles, pero siempre sobre una bicicleta. Se apartó durante ella algún tiempo, mientras preparaba las oposiciones a bombero. Aprobadas y tras varios años de ejercicio, el salvaterrense ha recuperado su pasión. El enduro se ha convertido ahora su territorio predilecto.

Mauro contiene en su cuerpo casi tres décadas de historia del ciclismo gallego. “Levo federado dende que tiña sete ou oito anos”, recuerda. Se inició en el C. C. Ponteareas, que concentraba las ilusiones comarcales. A su localidad natal le cumplió hace una década, fundando junto a su hermano el C.C. Salvaterra. También a dos ruedas en los despachos. Intenta resumirse desde sus 34 años actuales: “Pasei por todas as modalidades, estrada, mountain bike, ciclocross...”.

Mauro González Fontán. JOSE LORES

Al ciclocross se dedicó mayormente en la adolescencia y con extraordinario aprovechamiento. Disputó Mundiales júnior y sub 23 con la seleccción española. Después lo reclutó el Súper Froiz para la carretera. Un chiquillo veinteañero, en esa época, con dedicación profesional, aunque no lo fuese. Mauro, de 177 centímetros, afiló su cuerpo hasta los 62 o 63 kilos, sin grasa y con escasa musculatura en su tren superior.

Había empezado a compaginar su trayectoria deportiva con diversos trabajos. Se asentó en una oficina técnica. En el gimnasio solía coincidir con opositores a bomberos. Algo se le removió por dentro. “O meu traballo estaba ben, pero con follas de Excel. Gústame máis o traballo manual. E como bombeiro axudas á sociedade”, explica. Un día le preguntó a su entrenadora, Isa:

–Ves imposible que faga esas probas que esixen?

–Non. É adicarlle tempo.

Mauro se decidió. Aquel vuelco a su vida le obligó a sacrificios. Le siguieron cuatro años de preparación; dos y medio, de gran exigencia. Una de las grandes figuras del ciclocross gallego desapareció de la escena en una aventura de final incierto. El espíritu de sacrificio forjado en miles de horas de entrenamiento, bajo la lluvia y contra el viento, le ayudaron. “Foron anos complicados, pero estás acostumado a traballar cun obxectivo que precisa constancia. Non podes dubidar. Tiven sorte. A miña adestradora era bastante psicóloga. Aínda así é complicado. Podes lesionarte o simplemente que outra xente o faga mellor. E dependes das prazas. Dende 2010 houbo varios anos con pouca oferta. Teñén que coincidir varias cousas”, explica.

Finalmente cruzó la meta hace tres años. Hoy ejerce de bombero en Vigo. Resume las ventajas: “Tes un traballo que te enche máis, no que aprendes cada día, e máis tempo libre para facer o deporte que che gusta”. La bicicleta le reclamó entonces su cuota. Mauro la ha retomado con entusiasmo.

No es ya aquel bambú que era. Las necesidades del oficio lo tienen ocho kilos por encima, 73 o 74, de aquel peso en el Froiz. Aunque no sea especialmente voluminoso, sí ha musculado espalda y hombros. Un crecimiento que no ayuda en la carretera, aunque siga saliendo a rodar con amigos triatletas. Pero que sí le conviene en la disciplina en la que se ha centrado: el enduro.

Mauro ya había paladeado la bicicleta de montaña en el cross country. Siempre había negociado bien las bajadas en los circuitos de ciclocross y en ocasiones competía en descensos con una bicicleta rígida de suspensión delantera. “Eu era un rapaz. Quedábame moi distante”. Tampoco en esto iba a renunciar a cumplirse los deseos. Se ha abrazado al enduro: “Agrupa o físico do mountain bike olímpico co descenso. Ó final o que me gusta é montar en bici, igual baixando dous minutos a tope que facendo o Camiño de Santiago pola costa durante unha semana. Estou máis centrado nisto, cunha tenda de Ponteareas que me axuda, pero adestro en todo. Tomábame o ciclismo en serio hai anos. Ahora o fago por disfrutar, tanto na competición como no día a día”.

Mauro González Fontán. JOSE LORES

Clausurada la estación de bomberos de Balaídos a causa de la reforma, Mauro cumple servicio estos meses en la de Coruxo. Parroquia que ha sido también escenario de su último éxito. En el Vigo Bike Contest, el “rider” salvaterrense quedó segundo, detrás del luso José Borges y superando al gran dominador local, Nico Carrera. Se impuso además en la prueba de avalancha. “Corrín o ano pasado no Campionato Galego e quedei detrás de Nico. Fora en xuño, nun terreo totalmente seco. Non tivo nada que ver”, analiza. “O resultado desta vez foi unha sorpresa”.

Mauro afrontó además el Vigo Bike Contest tras varios días confinado en casa por COVID, con la garganta afectada. Había vuelto a trabajar el viernes. El sábado se entrenó. El domingo se desató. “Non era só unha cuestión física, senón de coller sensacións. Con barro, a bicicleta non daba avanzado, aínda que fose en baixada. Había que empurrala en moitos sitios”. Un escenario en el que se siente cómodo: “Noteime incluso fresco”. Y feliz, al fin y al cabo, a dos ruedas.

Compartir el artículo

stats