Mañana a las 20.30 horas cerca de 20.000 fanáticos abarrotarán el nuevo y moderno pabellón de Budapest para ver el debut de Hungría en el Campeonato de Europa de balonmano que ellos mismos organizan junto a Eslovaquia. El bullicio de los aficionados irá dirigido a empujar a una selección que tiene acento vigués. El extremo Pedro Rodríguez, formado en las categorías inferiores de Seis do Nadal y Octavio, debutará con el combinado magiar en un Europeo, y lo hará en casa. Casi año y medio después de su nacionalización, el jugador del Balatonfüredi afronta este torneo con responsabilidad e ilusión. “Más que presión por jugar en casa te diría que lo que tenemos es ilusión”, explica el jugador zurdo, que avanza el papel protagonista que tendrá la hinchada durante el torneo. “Este es un país que vive por y para el balonmano y esa es una de las razones por las que me encanta jugar aquí. Nos llegan noticias todos los días de que el pabellón estará lleno. Va a ser una fiesta para el pueblo húngaro”.

Y no es fácil abarrotar el recinto, que puede acoger a algo más de 20.000 personas, el que más capacidad tiene en Europa para albergar un partido de balonmano. Eso sí, todos los presentes en el pabellón de Budapest -y también en los ubicados en otras sedes- deberán presentar su pasaporte de vacunación con la pauta completa y además vestir una mascarilla FFP2. El COVID, como en el resto de la sociedad, también está a la orden del día en las jornadas previas a que empiece el campeonato. “Aquí se han hecho las cosas muy bien, está todo muy controlado y únicamente un jugador nuestro dio positivo. Tenemos orden de permanecer siempre en la burbuja y solo nos movemos del hotel al campo de entrenamiento para minimizar riesgos. Además, nos hacen test cada dos días, tanto antígenos como PCR”, relata Rodríguez.

Además de un miembro de la plantilla, también resultó positivo Chema Rodríguez, segundo entrenador y pilar fundamental del sistema táctico húngaro, lo que ha hecho algo más extraños los entrenamientos. “Nos hemos tenido que comunicar con él por videollamada mientras veía los entrenamientos desde su casa a través de las cámaras instaladas en el pabellón. Ha sido algo raro pero es lo que toca en estos tiempos y debemos adaptarnos”, relata.

Hungría comparte grupo con Portugal, Islandia y Países Bajos y para acceder a la siguiente fase debe terminar entre las dos primeras, algo que para Pedro no se antoja sencillo. “Nuestro objetivo es ir día a día porque un Campeonato de Europa es mucho más exigente que un Mundial y aquí dos días malos te mandan para casa a las primeras de cambio”, analiza el vigués, que habla muy bien de su primer rival de mañana. “Países Bajos ha crecido a pasos agigantados en los últimos años y tiene a bastantes jugadores jugando en ligas importantes. No será sencillo ni mucho menos”, comenta.

Para que la selección magiar llegase de la mejor manera posible a su propio Europeo, la federación húngara puso todo de su parte. “La concentración la pudimos empezar antes que otras selecciones porque decidieron parar la liga una semana antes que el resto de las competiciones para darnos más tiempo de preparación”, indica el extremo, que junto al resto de sus compañeros ha estado entrenando en tres periodos diferentes del 16 al 22 y del 26 al 30 de diciembre y desde el día 2 de enero hasta que su andadura en el torneo llegue a su fin.

Pese a sus raíces viguesas, Pedro no oculta su deseo de realizar un gran torneo con los colores de Hungría, un país que le ha dado muchísimo a nivel deportivo y personal. “Uno de los motivos por los que tomé la decisión de nacionalizarme fue por este momento, porque ya se sabía que el Campeonato de Europa iba a ser aquí. Hungría es un país en el que he ganado títulos importantes y en el que más he mejorado como jugador. Además, desde que llegué aquí la gente me ha mostrado un cariño inmenso y jugar para ellos es una manera de devolvérselo. Creo que estoy en el mejor momento de mi carrera”, explica el jugador gallego, plenamente adaptado al estilo de vida magiar. “Me gusta el país y la cultura de balonmano que existe aquí va mucho conmigo”, apunta.

Lo que ya no es un problema, al menos en la pista, es la barrera idiomática. Siendo el húngaro una lengua bastante complicada de dominar, Pedro ya sabe todo lo que necesita para que su rendimiento sea óptimo. “A nivel deportivo el idioma no es ningún inconveniente. Soy capaz de comunicarme con entrenadores y compañeros en húngaro”, asegura.