Hay que tener un espíritu de granito para arrancarle al Rocasa un punto como hizo ayer el Mecalia Guardés. En un duelo trepidante, desbocado durante buena parte del mismo (30-30 a falta de quince minutos), el conjunto de Prades ofreció tal vez su mejor versión de la temporada. Solo la defensa puede recibir algún reproche. El resto resultó ejemplar y cobra un especial valor porque llega en medio de un momento delicado de la temporada, con la agenda llena de partidos terribles y con el cuerpo aún caliente por el varapalo recibido el pasado fin de semana en Besançon. Ajenas a ese dolor, las jugadoras del Mecalia aparcaron tristeza y cansancio para jugar un partido entusiasta hasta frustrar a un Rocasa que creía tener el partido en su mano a falta de tres minutos. Pero no contaban con la capacidad de resistencia de las gallegas y con el instinto de Paula Arcos que se inventó un robo y un gol en los últimos dos minutos para empatar un partido. La recompensa no es solo ese punto. El empate tiene un valor mucho más mayor por las circunstancias en las que llegó, por el rival y por los obstáculos que tuvieron que librar en un día grande de balonmano.

Rocasa y Guardés tienen dos formas bien diferentes de entender el juego. La propia fisonomía de sus plantillas lo marca. Las canarias viven del brazo de sus bombarderos. Lo de María Gomes y Mbengue fue un verdadero festival. Entre las dos anotaron los diez primeros goles del Rocasa (trece de quince poco después y acabaron el choque con veintiuno) y establecieron las primeras diferencias (cortas) en el marcador. El Mecalia era todo lo contrario. Sin lanzamiento exterior sus ataques acababan siempre en seis metros. Ya fuese corriendo o porque encontraba a sus pivotes. Mucho más coral y llena de diferentes recursos la actuación del Guardés, una consecuencia de que el gobierno del barco lo lleve alguien como Paula Arcos que entiende que la pista de balonmano es un espacio creativo y donde no alcanza la potencia debe hacerlo la imaginación. En lo que no había diferencias era en el ritmo. Se jugó a la máxima velocidad. Ataques cortos, contragolpes, sin apenas grandes acciones defensivas. Un festival ofensivo que al descanso llevó el partido al 19-17. Con una plantilla corta y las piernas cansadas el panorama podía resultar preocupante para el Guardés, saber hasta dónde iba a poder aguantar esa locura.

Porque en el segundo tiempo nadie levantó el pie. El Rocasa incorporó a Spugnini y Gkatziou en la tarea anotadora mientras el Guardés siguió apostando por el sentido colectivo del juego. Es verdad que Carla Gómez y Pessoa fueron las principales ejecutoras, pero el choque seguía en manos de Paula Arcos y de Sandra Santiago, iluminadas en la toma de decisiones. El Rocasa hizo un par de amagos de romper el partido, pero siempre se sostuvo en pie el equipo gallego. Así se llegó al enloquecido 30-30 cuando faltaban aún quince minutos para el final. Tanteo ilógico del todo.

Entonces los dos equipos sintieron el peso del partido y de los minutos. Dio síntomas de ello el Guardés que cometió un par de errores propios del cansancio. Era un mal presagio, pero las canarias siguieron el mismo camino. Y el partido que había sido feroz vivió un parcial de cinco minutos en el que solo un gol para las locales. De repente había que adaptarse a otro partido. Asomaron las defensas y también las porteras que hasta entonces estaban en el partido de forma circunstancial. El Guardés creyó en ese momento que el partido se le escapaba. Sucedió tras fallar un penalti y verse con uno menos por una exclusión. El Rocasa se colocó 33-31 y faltaban solo cinco minutos. Anotó Calzado y a continuación fallaron las de Prades dos oportunidades para igualar de nuevo el partido. Parecía que iban a morir en la orilla cuando una genialidad de Paula Arcos permitió robar un balón y provocar al tiempo una exclusión rival con 1:40 por jugar. Un buen ataque y el Mecalia logra empatar solo veinte segundos después. El Rocasa disfruta del que parece su último intento y encuentra el 34-33 en una acción algo afortunada. Es entonces cuando emerge de nuevo el talento de Paula Arcos que rompe a la defensa canaria para anotar el gol del empate. Restan ocho segundos, tiempo muerto. El Rocasa dibuja una jugada que fallan por poco y es entonces cuando el Guardés celebra uno de esos puntos que no pesan como el resto.

Ficha técnica

Rocasa Gran Canaria (19+15): Silvia Navarro (p.), Ana Palomino (p.); Falcón (1), De Miguel, Arinegua (2), Gkatziou (4), Quevedo, Zygoura (1), Spugnini (5), Mbengue (12), Gomes (9), María González, Nerea Guerra, Mizuki y Pavlovic.

Mecalia Atlético Guardés (17+17): Carratú (p.), Míriam Sempere (p.); Sandra Santiago (3), Nazaret Calzado (3), Lore Pérez (1), Lima (4), Arcos (3), Carla Gómez (6), Sancha (2), Pessoa (8) y Daniela Moreno (3).

Parciales cada 5 minutos: 3-1, 6-3, 8-8, 13-11, 15-13, 19-17 (descanso); 23-21, 27-25, 30-29, 31-30, 33-31 y 34-34 (final).

Árbitros: Roberto Carlos Mendoza y Juan Pablo Visciarelli (Colegio andaluz). Excluyeron dos minutos a las jugadoras locales María González, Gomes y Mbengue y a las visitantes Patrícia Lima (2), Nazaret Calzado y Carla Gómez.

Incidencias: Partido correspondiente a la décima jornada de la Liga Guerreras Iberdrola disputado en el Pabellón Insular Antonio Moreno, situado en la localidad grancanaria de Telde.