Atletas adolescentes del Celta se agrupan ante las puertas de Balaídos. Así se los encuentra su entrenador. Otro sale a rescatar a los suyos. Los conserjes, de la empresa subcontratada para la gestión de las instalaciones, no los dejan pasar. El reglamento obliga a los usuarios a anotarse en la web del Concello de Vigo cada día que quieran acceder. Pero la plataforma no funciona de manera correcta. Tras horas intentándolo no han podido. Apenas hay treinta personas ejercitándose dentro, lejos de las 150 permitidas. Los entrenadores piden que se abra un parte de incidencias; que los dejen pasar, anotando nombres y DNI. Los conserjes no ceden. Los ánimos se encrespan. Se reclama la presencia de la policía, que solo constata que nada puede hacer para resolver el embrollo. Balaídos ha cerrado sus puertas a estos chicos. Óscar Fernández, del Val Miñor, tras presenciar lo sucedido, escribe con amargura: “Ayer en Vigo tuvimos a centenares de chavales haciendo botellón en la Plaza de Portugal y una decena, algunos menores, que se fue a entrenar a Balaídos. Adivinad a quién desalojó la policía”.

El atletismo en pista, que tantas glorias olímpicas le ha supuesto a la ciudad, lamenta su maltrato. En Vigo solo existe una instalación municipal y en las otras pistas, las universitarias del CUVI, no se pueden practicar saltos o lanzamientos. Balaídos espera su reforma desde 2008, cuando el concello la pactó con la Xunta bipartita: un proyecto de 5 millones que incluía el anhelado módulo cubierto a cambio de que el gobierno municipal construyese el pabellón de Candeán. El concello cumplió. En Santiago cambió el gobierno sin que aquel pacto se hubiese sustanciado presupuestariamente. Balaídos entró en el eterno purgatorio de las comisiones de estudio, las rebajas, su vinculación y desvinculación al estadio de fútbol, las acusaciones mutuas entre PP y PSOE tras la invalidación del PXOM... Trece años más tarde, Núñez Feijó ha anunciado que construirá el módulo cubierto en el Ifevi, aprovechando su ampliación, y Abel Caballero asegura que el concello se encargará por sí solo de la reforma de las pistas.

Y mientras prosigue la espera por las nuevas instalaciones, la gestión de las viejas genera controversia. El concello se divorció de la Federación Gallega, retirándole el control de Balaídos. Ahora se lo ha concedido a una empresa. Los usuarios se quejan de los cronogramas. La pandemia ha incrementado las restricciones. Solo los federados pueden utilizar las pistas, lo que limita la posibilidad de captar nuevos practicantes. Además, la licencia federativa se paga por año natural. Si alguien se mueve por curso escolar, deberá pagar ahora 60 euros y otros 60 en enero.

Balaídos cerró en agosto. De mañana solo abre martes, jueves, sábado y domingo. Un contratiempo para determinado perfil de atletas: los que comienzan o retoman el atletismo en época universitaria o laboral, que muchas veces tienen ocupadas las tardes.

Los horarios se han limitado para evitar aglomeraciones en época de COVID. Pero de manera contraproducente, según algunos. Existen tandas de entrenamiento de hora y de hora y media. Las personas suelen elegir el tramo amplio, a las 19.00 horas. Expediciones de clubes del área metropolitana que llegan en autobús deben esperar fuera mucho tiempo. En las puertas se forman largas colas, también por la necesidad de comprobar que todo el mundo se ha anotado en la web. Y de momento niños de categorías inferiores y otros grupos se han estado entrenando en Samil o Castrelos. Su incorporación a las sesiones en Balaídos puede agravar el problema si la anotación en la web no se soluciona.

En Balaídos, cuando llueve, no existía más alternativa que correr bajo los soportales del estadio vecino, refugiarse en el desvencijado gimnasio o empaparse a la intemperie. Los atletas siguen sin techo y ahora, si la página se cuelga, se mojan también a sus puertas. Es lo que ha cambiado de 2008 a 2021.