El de 2022 será el campeonato con los nuevos monoplazas de F-1 diseñados para favorecer los adelantamientos y las peleas en pista. El del 2021, que arrancó ayer con los libres del GP de Bahrein, es el Mundial del inicio del límite presupuestario de 123 millones de euros (excluidos motores, pilotos y los tres salarios más altos), que debe igualar las fuerzas de los grandes (Ferrari, Mercedes o Red Bull sobrepasaron el año pasado los 400 millones), con los McLaren, Alpine, Aston Martin, etc, que saben cómo competir con menos recursos. El futuro promete una F-1 más vibrante, igualada y sostenible económicamente.

Pero en el arranque de la campaña aún pesa más la inercia del excepcional trabajo y recursos de Mercedes en la última década. Solo el siempre mágico lápiz de Adrian Newey al frente del diseño de los Red Bull puede incomodar en ciertas fases el camino de Lewis Hamilton y Mercedes hacia el octavo título del inglés y la confirmación del mayor dominio de la historia de este deporte por parte de las flechas de plata.

El dominio de Mercedes, su superioridad técnica, ha sido de tal calado, que durante la segunda parte de la temporada pasada, tras el verano, «nos dedicamos a probar cajas de cambio, suspensiones y todo tipo de soluciones para el 2021 durante las sesiones de los viernes», cuenta un ingeniero de Mercedes que, obviamente, prefiere conservar su anonimato. Algunos rivales lo sabían —casi todo se charla en los pubs de Towcester donde se toman pintas ingenieros y mecánicos de ocho de los diez equipos de F-1 que tiene sus fábricas en un radio de 60 kilómetros— y también se olía algo la Federación Internacional (FIA) y la FOM, organizadora de la F-1, cuyo director técnico, Ross Brawn (uno de los artífices de los siete títulos de Schumacher en Benetton y Ferrari, y el impulsor del actual equipo de Mercedes) advirtió en verano: “Haremos todo lo posible para que algunos equipos no aprovechen el presupuesto ilimitado de 2020 para hacer acopio de piezas de cara a 2021 y burlen el límite presupuestario”. Puede que vigilen que en la sede de Mercedes en Brakley no haya un almacén repleto de piezas para 2021, pero no han evitado que hicieran la mayor parte del gasto, el de la investigación, el diseño y las pruebas, para llegar a este Gran Premio de Bahrein, el primero del año, con todos los deberes hechos, y todos las evoluciones previstas para el año, perfectamente testadas en pista y en el túnel del viento.