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balonmano - Mundial de Egipto

El largo viaje de Pedro a Péter

Con el Balatonfüredi

Ni el bullicio de los aficionados ni el rumor de la prensa quebrarán el silencio en los pabellones de Egipto donde hoy comienza a disputarse el Mundial. La pandemia todo lo condiciona –ayer mismo la República Checa renunciaba a competir, diezmada por los positivos–. Cada selección aportará su propia banda sonora: himnos, instrucciones, golpes, chirridos... En Hungría, un acento gallego entre el galimatías magiar: el de Pedro Rodríguez. Aquel larguirucho extremo zurdo criado en las canchas viguesas de Coia y As Travesas debuta en el gran escenario internacional recién sobrepasada la treintena, transformado en húngaro. Los laberintos del deporte, que Pedro desanda en sus agradecimientos: “Doy las gracias a mis entrenadores en el Seis do Nadal y en el Octavio. Trabajaron muy bien conmigo y es también una recompensa para ellos que un jugador al que enseñaron vaya a disputar un Campeonato del Mundo. Es un orgullo haber estado con ellos cuando era joven, que es cuando más disfrutas del balonmano, en los años más importantes”.

Ayer con Hungría, en Egipto.

Ayer con Hungría, en Egipto.

Pedro Rodríguez, combinación obvia de talento físico y técnico, emigró pronto y adquirió prestigio en el entonces pujante Naturhouse Logroño. Se hablaba de grandes pretendientes europeos: entró en la rueda de la selección española, bien que como secundario. Era el extremo del futuro. Cuando aquellas ambiciones descuajaron, no se refugió en la melancolía. La crisis del balonmano español ya estaba alterando los equilibrios económicos continentales. El vigués emprendió en 2016 la aventura del extranjero, como todos los mejores que el Barça no ha retenido. En Hungría se ha labrado una carrera sólida; primero a las órdenes de Pastor en el Pick Szeged, con el que vivió la gesta de ganar liga en 2018 y copa de 2019, las únicas que se le han escapado al Veszprem desde hace más de una década; desde 2019 juega para el Balatonfüredi.

La Federación Húngara hace tiempo que le había echado el ojo, tras comprobar que Pedro Rodríguez había desaparecido de las convocatorias españolas. La nacionalización a mediados de octubre despejó el camino. La confianza del seleccionador estaba garantizada. István Gulyás, además de conocerlo al dedillo, tiene de ayudante a Chema Rodríguez y como directivo a Laszlo Nagy.

“En el equipo me han acogido muy bien tanto el cuerpo técnico como mis compañeros. No era algo que me preocupase. A todos los conocía de antes. He jugado con la mayoría en Pick y contra la mayoría en Veszprem y otros equipos. El sistema de juego, a nivel táctico, lo he practicado desde hace muchos años. Chema y Lazlo me lo han explicado y lo entiendo bien”.

Con ellos dos puede hablar en español. Con los demás se maneja entre inglés y su chapurreo del magiar, uno de los idiomas más complicados. Sí controla con fluidez los términos balonmanísticos. En general, vive con placidez la concentración, pese a la inminencia del Mundial. “La verdad es que estoy bastante tranquilo”, asegura. “Esto es un premio al trabajo realizado a lo largo de mi carrera. Para cualquier deportista es lo máximo llegar a la selección y disputar un campeonato de este tipo, donde están los mejores”.

Hungría lleva tiempo instalada en la clase media mundial, con aspiración de asaltar la zona noble. “Nuestra expectativa es ir partido a partido, compitiendo contra cualquier equipo, sin olvidarnos nunca de nuestro potencial. En el grupo hay veteranos y jóvenes, con mucha calidad. Estamos en un proyecto con recorrido. El próximo Campeonato de Europa será en 2022 en Hungría y Eslovaquía. Estamos trabajando para este Mundial y para esa cita”, anticipa el extremo gallego.

El grupo se completa con Alemania, Uruguay y Cabo Verde, contra la que debutan este viernes. “En un Mundial todo puede pasar. Hay que salir concentrados cada vez. Intentaremos que nadie nos sorprenda. Al último partido, el de mayor dificultad, contra Alemania, llegaremos un poco más rodados. Es lo positivo”.

A España la observa de reojo, en la doble perspectiva de su doble nacionalidad; su equipo como aficionado y a la vez un posible adversario: “Todo el mundo conoce a los jugadores de España y siempre son favoritos en estos campeonatos. Pero en unos Europeos, Juegos o Mundial siempre hay favoritos, todo el mundo habla de ellos pero deben demostrarlo desde el primer día y en todos los partidos. Un mal día te manda a casa tanto en la fase de grupos como en la main round o en los cruces”.

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