Diego Costa ya no jugará más para el Atlético de Madrid, con el que firmó su rescisión de contrato, que terminaba el 30 de junio, y completó su marcha del club rojiblanco, con el que deslumbró en 2013-14 y al que regresó con mucho menos brillo desde septiembre de 2017.

El domingo hizo su solicitud de rescindir su contrato por motivos personales; el lunes por la mañana sus abogados conocieron las condiciones del club para su salida libre, entre ellas que si ficha por cualquier posible rival directo del Atlético de Madrid en la Liga de Campeones o en LaLiga Santander de esta temporada habría una indemnización por traspaso y por la tarde no hubo entendimiento. Ayer por la mañana, con el tercer día consecutivo sin entrenarse de Diego Costa con el equipo, todo quedó zanjado con el acuerdo final.

“Queremos ayudar a Diego como se ha ayudado en su salida y, obviamente, no nos queremos perjudicar en lo que nos atañe a la competitividad. La gente que trabaja dentro del club, en la firma de su salida, habrá puesto en su consideración todo esto para generar un equilibrio entre una salida y el bienestar del club”, expuso Diego Simeone en la rueda de prensa telemática posterior.

El pasado octubre, hasta que concluyó un mercado de verano de duración extraordinaria por la COVID-19, el atacante estuvo a la venta, entre los hombres a los que el club pretendía dar una salida. Finalmente se quedó en el Atlético, aunque la prolongación de la aventura sólo se ha alargado tres meses, según algunas fuentes por cuestiones familiares, aunque otras hablan de motivos deportivos.

Realmente, es el fin anticipado de su carrera en el Atlético que ya tenía fecha máxima: el 30 de junio de 2021, el momento en el que concluía el contrato del ‘19’, que se va del equipo muy lejos de los números que promedió en su primera etapa, más distante aún del impacto de entonces y sin la transcendencia que tuvo en el pasado sobre el terreno de juego, aunque sí con mucha ascendencia interna, como un hombre indudablemente importante del vestuario rojiblanco.