“Nosotros no es que perdiésemos la esperanza pero sabíamos que iba a ser complicado. Ahora sabemos que no hay nada que no pueda conseguir”. Cuando los médicos y profesionales del servicio de Rehabilitación del Povisa atendieron por primera vez a la viguesa Judith Rodríguez tan solo un mes después del accidente que motivó la pérdida de parte de su pierna derecha apreciaron realmente la complejidad de su caso: “La conformación del muñón, un muñón traumático, no fue nada fácil de tratar. Tuvo una fractura muy abierta, abrió completamente la piel, la carne. Tenía todo el lado derecho afectado y el brazo, destrozado. Los dolores eran terribles”, relata Adrián Martín, el fisioterapia que acompañó a la esgrimista en su proceso de rehabilitación. Dos años después, no solo ha recuperado la funcionalidad de sus miembros, sino que sobre ellos puede cargar la espada e incluso las tres medallas que consiguió hace diez días en el Campeonato de España de esgrima adaptada; su primera competición oficial desde el accidente.
Fue este pasado mes de septiembre cuando Rodríguez empezó a entrenar para volver al alto rendimiento, una ambición que todo deportista ansía. “Cuando empecé aquí en Povisa recuerdo que venía en ambulancia, casi dormida. Una hora con los fisios y otra con terapia ocupacional para la mano. Jamas pensé que la rehabilitación fuese tan importante. Con el tiempo, cuando vi que ya podía mover la mano empezamos a probar si era posible coger el florete y a partir de ahí, ejercicios y más ejercicios”, narra la tiradora.
Los comienzos no fueron nada fáciles. Recuerda que al principio no podía “llegarme a la cara, ni comer, ni peinarme”, por lo que acudía a diario a Povisa para recuperar movilidad. Una vez lograron esta funcionalidad, pasaron a centrarse en el aspecto competitivo. “Ahora la rehabilitación se centra más en el brazo que en la pierna. Llevaba un año sin coger la espada. El problema está en el dolor y hay posturas que generan mucha carga en la espalda y en el tronco y que son difíciles de gestionar”, amplía Martín. “Logramos que fuese completamente independiente y ahora hay que adaptarse a sus circunstancias personales; la suya es la competición y lo está logrando”, afirma Casilda González, médico rehabilitadora en Povisa.
“Hubo que apretarle las tuercas pero siempre tengo fe en los pacientes”
Y es que los movimientos que pueda realizar en su día a día con el brazo nada tienen que ver con los deportivos. “Son movimientos muy forzados y que normalmente cualquiera de nosotros no haríamos. Son movimientos de defensa, para protegerse, la mano está mucho más estática... Tiene mucha fuerza y está trabajando muy bien. Venció en el campeonato a todos los hombres y eso que llevaban más tiempo que ella pero el gran handicap es el dolor; es lo único que podría frenarle”, señala el fisioterapeuta.
Estas complicaciones que se encontraron al retomar un deporte tan expresivo, motivaron que los profesionales le aconsejaran intentarlo, inútilmente, con el atletismo. “Me lo propusieron pero lo mío no es correr. Quería, al menos, intentarlo en la esgrima. Al principio cuando me vi con el brazo así pensaba que no iba a poder, pero al ver la mejoría empecé a emocionarme”, recuerda Judith Rodríguez.
“Notas el dolor y notas la tensión pero hay que seguir siempre adelante”
Para ello, sus fisioterapeutas, tanto Adrián Martín como la terapeuta ocupacional Ana Sayanes, diseñaron para ella unos ejercicios que mejorasen su coordinación, fuerza y aguante. “Hay pocos dolores que no se puedan tratar. Ella sentía muchos dolores pero cuando dijo lo que quería, se somete y trabaja, se puede con todo. El dolor que tiene ahora no es ni parecido al que tenía antes. La rehabilitación fue muy dura y dolorosa e incluso hubo alguna lagrimilla. Hubo que apretarle las tuercas pero yo siempre tengo fe en los pacientes. Ella supo trabajar y convivir con este dolor y tendrá que seguir entrenando para superarlo”, apremia Martín.
“Logramos que fuese independiente y ahora trabajamos para que sea competitiva”
En esta carrera de fondo, Judith cuenta con sus compañeros y entrenador del club El Olivo, quien inculcó su pasión por la esgrima; dedicación a la que piensa esforzarse aún más si cabe. “Notas el dolor, notas la tensión, pero hay que seguir siempre adelante”, confirma positiva.
