La atleta gallega Desirée Vila, con un salto de 3,69 metros en la clase T63 -deportistas amputadas por encima de las rodillas-, logró en el Campeonato de España de Promesas Paralímpicas la mínima B para los Juegos de Tokio en salto de longitud.

Casi ocho meses después de disputar el Mundial de la categoría en Dubai, la deportista de Gondomar retomó la competición firmando una gran actuación en el Nacional disputado en Valencia, que ahora tendrá que refrendar con la mínima A (4,07 metros) en una nueva prueba para sellar su billete a la cita paralímpica.

“Estoy contenta, pero con ganas de mejorar esa marca”, decía la atleta gallega tras su sesión de entrenamiento vespertina de ayer. Para la cita del Turia, Vila confiesa que “no había ningún objetivo”. “Llevábamos desde el Mundial sin competir y la verdad es que íbamos un poco a ciegas, sin saber muy bien qué iba a pasar”, indica. “Obviamente yo sabía que estoy bien de forma, no en mi mejor forma física porque estamos todavía en pretemporada, pero sí que estoy bien y en los entrenamientos las cosas estaban saliendo bien, y más o menos tenía que estar por esas marcas, pero claro, en competición hay muchos factores que influyen y, además, llevábamos tanto tiempo sin competir que podía pasar cualquier cosa”, explica.

Así que esta marca deja a la gondomareña satisfecha por varios motivos. “Primero porque han vuelvo por fin las competiciones. Me ha hecho mucha ilusión poder volver a competir en Valencia, ver a los compañeros y que esto por fin empiece a arrancar después de tanto tiempo de incertidumbre, y luego contenta porque tampoco estoy tan lejos de mis marcas y en la primera competición de la temporada lograr la mínima B te da motivación para seguir trabajando para lograr la mínima A, que es el objetivo real”, valora.

Desirée Vila empezó la competición calibrando su estado de forma y sus sensaciones. “Son seis saltos y los primeros lo que intentamos hacer es asegurar, no hacer nulos, para poder pasar a la final. Luego, en los tres últimos fuimos más a arriesgar, si salía nulo, vale, pero por lo menos acercarte lo máximo posible a la tabla para saltar más lejos. Y salió bien”, festeja la paralímpica. Y todo con unas condiciones complicadas. “Había mucho viento y es difícil trabajar en esas circunstancias porque si de repente viene una ráfaga de viento vas más rápido y te puedes pasar y pisar la tabla y entonces había también que trabajar también con ese factor, pero en general salió todo bien”, analiza.

Vila no fue consciente de que había hecho la mínima hasta pasado un tiempo. “Como no estaba ni pensando en Tokio, porque falta todavía mucho y porque era la primera competición y no te pones a pensar en ello, no me di cuenta de que había hecho la mínima hasta que me lo dijeron, casi”, bromea.

Y aunque se siente contenta por este logro, asegura que “para mí y para mi entrenador el objetivo es hacer la mínima A”. “Está muy bien haber hecho la B pero igualmente voy a luchar por la A, que es el verdadero objetivo. Este es un buen comienzo, pero no me conformo”, anuncia.

Así, este mismo sábado volverá a competir en el Meeting de L’Hospitalet. “Para conseguir la mínima A, yo calculo de para enero o febrero estaré en mi pico de forma, pero intentarlo lo voy a intentar, claro”. Para Vila, el objetivo del próximo fin de semana será, sobre todo, “coger más experiencia, ritmo de competición, sensaciones, a ver cómo funciona todo esto”, enumera. “Además, L’Hospitalet es una pista que me encanta y es un meeting internacional, aunque este año no creo que haya muchas atletas de fuera por el tema del Covid-19, pero la pista me la conozco y yo creo que puede salir bien”.

Para alcanzar la mínima A, Desirée Vila necesita un salto de 4,07 metros. “Es una mínima que, trabajando, se puede conseguir. Hay que encontrar el momento oportuno, la competición perfecta, con el viento perfecto y que te salga ese día; todos trabajamos para conseguirla, luego que se consiga o no depende de muchos factores. Factible es; no es imposible”, anuncia.

Su último registro de 3,69 le indica que el trabajo va por buen camino. “Este año, además, he empezado a trabajar con un nuevo entrenador, Miguel Fernández, y es nuestra primera competición desde que entreno con él. Ha sido un año de muchos cambios para todo el mundo y para mí también, desde el esguince que tuve en febrero, el confinamiento, ahora el cambio de entrenador...”, añade la deportista: “Son tantas cosas que ya solo el hecho de poder competir para mí ya es una pasada”.

La mínima B hace que el sueño de Tokio sea “como más real”: “La ilusión está ahí, pero es difícil trabajar con tanta incertidumbre. Por lo menos como que ahora parece más real y, en caso de que se hagan, voy a estar luchando por estar ahí”.