Alejandro Gómez es un hombre apasionado que cuando se compromete con una tarea lo hace con una intensidad máxima. Le ha sucedido en los últimos años con el "canicross", esa disciplina deportiva en la que coincidían su amor por el atletismo y por los perros. A eso lleva años entregado. Compite con los animales, pero también los entrena para otros deportistas. Esta actividad la ha compatibilizado también con su pasión por el fútbol al que siempre regresaba cuando podía. En los últimos tiempos lo ha hecho en el Mos, donde ha conseguido una extraordinaria complicidad con los chicos y chicas a los que ayudaba a mejorar su preparación física.

De hecho, ese fútbol por el que sentía debilidad fue una serie amenaza para el atletismo que le llamaba a gritos desde que era un crío. No se recuerda en Vigo alguien con condiciones como las suyas. Un talento único que asombraba a cualquiera que le veía entrenar en el parque de Castrelos o en las pistas de Balaídos. A partir de los dieciséis años, comenzó a dedicarse en cuerpo y alma al atletismo. A partir de ese momento lo suyo fue una romería de logros que le situaron como una de las grandes esperanzas del atletismo español. Un talento de esos que impresionan que en su último año júnior, tras coleccionar récords a nivel nacional y que hacen imposible su enumeración, se plantó en el Mundial de la categoría y consiguió una medalla de plata. Uno de esos resultados que el atletismo español consideraba fuera de su alcance. Pero Alejandro demostró que no se arrugaba por muy grande que pareciese el compromiso.

El vigués acudió con 21 años a los Juegos de Seúl de 1988. Posteriormente volvió a ser olímpico en 10.000 metros en Barcelona 1992 y Atlanta 1996, donde acabó en decimoquinta posición. Pero ahí quedaron sus tres participaciones en la principal competición del mundo, doce años en la élite, en la gloria. Ocupó la novena posición en el 10.000 del Mundial de 1991 y fue quinto y sexto en maratón en los Europeos de 1998 y 2002. A un paso del podio. En campo a través su mejor actuación internacional fue una sexta posición en el Mundial de 1989 peleando con los grandes, con los africanos a los que desafiaba y los europeos. Fue, además, dos veces campeón de España de campo a través (1989, 1995), 5 veces campeón de España de 10.000 m (1989, 1991, 1993, 1995, 1996) y otras dos de medio maratón (1992, 2003). Le llovieron medallas, récords de España (el de maratón en Rotterdam fue uno de los más reconocidos)...lo propio de una leyenda del deporte gallego.