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balonmano - División de Honor B

El guardián sobre el muro

Miguel Trigo, que trabaja como bombero forestal, apura su recuperación de una lesión de hombro para volver a ser el jefe de la defensa del Acanor Novás

Miguel Trigo, en un monte de la comarca tudense. // Alba Villar

Miguel Trigo, pastor de árboles y hombres, vive en una metáfora cruzada. Apaga fuegos en el balonmano. Defiende en los montes. En ambos escenarios se siente necesario. En estas semanas, las de mayor vigilancia y tensión como bombero forestal, apura además la recuperación de una grave lesión de hombro que le impidió participar en la heroica permanencia del Acanor Novás en Honor Plata. Fue, es y será el guardián sobre el muro.

A Trigo, aunque tudense, lo sienten en O Rosal como propio. De 26 años, se incorporó al Novás en edad infantil. Ha desarrollado allí toda su carrera, salvo una temporada en el Lavadores y otra en el Frigoríficos; un exilio de ida y vuelta. "El Novás es un club muy particular para todo", describe. "Estás entrenando e igual te aparecen cincuenta personas tocando el bombo para animarte. La gente se vuelca en los partidos. Son del pueblo, los conoces de toda la vida, pero en esos momentos eres como su estrella particular".

Trigo, en el largo y meticuloso proceso formativo como jugador, ha terminado especializándose en labores defensivas. No echa de menos el rugido de los goles. Su reino es la frontera de su propio portero. Y se siente valorado en esa tarea. "Los compañeros siempre me han apreciado mucho. Los que saben un poco más de esto siempre aprecian el trabajo sucio, como se dice. Pero también la gente de fuera sabe lo importante que es este papel", destaca y bromea: "No soy tan bueno como ellos creen, pero currando van saliendo las cosas".

Sí lo creen esencial. Lo era en el diseño de la pasada temporada. La permanencia se consiguió contra su ausencia. Su baja pesó. Se lesionó el hombro en diciembre y en enero tuvo que parar. Se había desgarrado el lábrum del hombro derecho. En abril pasó por quirófano. La directiva presidida por Andrés Senra se pasó semanas sondeando el mercado. Pudieron repescar a Iago Cuadrado y Trigo, que se hace de menos, destaca: "Iago había sido importante año pasado y nos ayudó mucho".

A él le tocó sufrir, incluido y a la vez ajeno, en ese infierno que es ver sin tocar, más si los resultados no acompañan. Detalla: "Te sientes raro. Estás todos los días con ellos entrenando, ves que las cosas no salen, das ánimos y poco más, no puedes aportar nada". El Acanor competía por lograr su primera permanencia, en su tercera estancia en Honor Plata. "De broma siempre hablábamos de que estábamos en los partidos más importantes de la historia del Novás. Había alguno que había jugado en categorías más altas pero la mayoría era novata en esto. E igual jugando en otro club donde no te conozcan es diferente, pero aquí la gente miraba lo humano". En su propio ejemplo se condensa el concepto familiar. Pese a las lesiones y su compleja agenda, solo se perdió el viaje a Barcelona. En Ciudad Real, donde Hermida anotó el gol de la salvación en el último segundo, estuvo. "El vicio tira", resume.

El verano ha traído cambios. Isma Martínez se ha ido al banquillo del Godoy Maceira Porriño. "Isma es de los mejores entrenadores que he tenido y un diez como persona", elogia Trigo. Quique Domínguez lo sustituye. El pontevedrés resolvió pronto las dudas que Trigo pudiese albergar respecto a su futuro: "Hablé con Quique sobre sus planes y luego con el presidente. Desde el principio obtuve buenas reacciones. Hay que compaginar, porque estoy en un trabajo de lunes a domingo, por las noches... Todos tenemos que poner un poco".

Trigo cursó el ciclo de gestión forestal. Trabaja como bombero desde hace tres años, primero contratado por Tragsa y ahora directamente por la Xunta. Este verano ejerce como jefe de brigada, con tres peones a su cargo. En invierno toca desbroces, limpieza, poda... En verano el estado de alerta es constante. Trigo fue de los que lidió con la ola de incendios de 2017: "Estuve en la zona de Zamáns y Gondomar, el sábado por la noche y domingo, muchas horas. Ardió todo. Es duro especialmente cuando sucede en una zona en la que has estado trabajando. Lo peor es ver cómo ha quedado todo cuando van pasando los meses".

Trigo, que además regentó invernaderos (pimientos, tomates, en 2.000 metros cuadrados, "una aventura") durante un par de meses que estuvo en el paro, se mueve a turnos. "Trabajo tres o cuatro días seguidos, luego libro dos. Es una rueda. Igual no coincide con los entrenamientos. A veces trabajo yo solo en el gimnasio". El balonmano, pese al esfuerzo, cuesta menos de lo que se añora: "Estando de baja, con tiempo libre, lo echaba de menos. Ya tengo ganas de empezar esta temporada. Todavía no puedo entrar en choques fuertes, pero espero estar listo en septiembre. Queremos empezar como aviones".

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