Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

fútbol - Campeonato de Europa Sub 21

Esta quinta es un tesoro

La selección española recupera el trono europeo gracias a una brillante generación que jugó sin complejos

Corrillo de celebración de la selección española sobre el césped del estadio Friuli . // Alberto Lingria

La quinta Eurocopa sub-21 para el fútbol español llegó de la mano de una generación de lujo. De la quinta de Ceballos y Fabián, las dos referencias del juego que puso a España en la cima del mundo, pero también de Oyarzábal y Dani Olmo; de Marc Roca y Pablo Fornals; y también de Jorge Meré, aunque ayer tuviera que ver desde el banquillo cómo sus compañeros se tomaban cumplida venganza de la derrota frente a Alemania en 2017. España enfiló hacia la victoria con su fútbol maca de la casa, pleno de calidad e ingenio, y la conservó con eso que no se le suponía tanto, orden y sacrificio. Hasta que, en una contra, el triángulo mágico formado por Fabián, Ceballos y Olmo, desmintió a Lineker: no siempre gana Alemania.

Pese a que el recuerdo de la última final estaba muy reciente, y que había siete supervivientes en la selección de Luis de la Fuente, España arrancó sin complejos. Desde el pitido inicial cogió el balón y metió al rival en su campo. El gol que encarriló el título concentró todas las bondades del juego de ataque de la selección española. Es la ventaja de contar con un "9" tan mentiroso como Oyarzabal. Sus movimientos fueron letales para la rígida pareja de centrales alemana. Cuando en el minuto 7 bajó a recibir al centro del campo se llevó tras él a Barmargtl, que dejó un pasillo por donde avanzó como un general Fabián. Como el otro central, Tah, no se atrevió salirle al paso, el centrocampista sevillano tuvo todo el tiempo y el espacio necesarios para armar su zurda, tan poderosa como delicada, para colocar el balón junto al poste derecho de la portería alemana.

El baile español, con un dominio apabullante, se prolongó aún durante diez minutos más. Se pasaban y repasaban el balón los de la camiseta roja, mientras los alemanes se juntaban en torno a su área, temerosos de quedar en evidencia ante tanto arte. Parecía una reedición de las exhibiciones contra Polonia y Francia que llevaron a España a la final. Pero en cuanto los chavales de De la Fuente aflojaron un poco, Alemania tomó la palabra. Sin un juego tan espectacular, pero con calidad y paciencia, obligaron a sus rivales a recular.

La selección española pasó con más agobio que susto la crecida alemana. El balón rondó el área de Sivera, pero no hubo oportunidades claras. El único momento de duda llegó tras una durísima entrada de Vallejo al goleador teutón, Waldschmidt, que el árbitro resolvió con una amarilla, pero fue revisada por el VAR. Vallejo siguió en el campo y fue uno de los baluartes.

Porque la segunda parte enseñó la otra cara de España, esa en la que hasta los artistas se ponen al servicio del equipo. Sin el balón y sin capacidad de salir a la contra, el empate empezó a ser algo más que una posibilidad. Un mal blocaje de Sivera estuvo a punto de ser aprovechado por Waldschmidt y el asedio alemán llegó por tierra, mar y aire. Pero la Rojita aguantó.

Para evitar un final de infarto tenían que aparecer los peloteros. Y el momento llegó tras un quite providencial de Vallejo, reclamado sin motivo como penalti por los alemanes. Carlos Soler llevó la contra por la derecha a la espera de la aparición del triángulo mágico: Ceballos puso la pausa, Fabián el mazo de su zurda y Olmo la sangre fría y la calidad de los elegidos para picar el balón sobre Nübel.

Con el 2-0, Alemania pareció levantar bandera blanca. Pero un gol afortunado de Amiri añadió una pizca de emoción a la gesta.

Compartir el artículo

stats