El Atlético de Madrid encadenó su tercer triunfo desde las paradas en el primer tiempo de Jan Oblak, el protagonismo de Antoine Griezmann y el penalti transformado por el internacional francés, que firmó un sufrido triunfo ante un Espanyol competitivo y con opciones, pero con seis derrotas seguidas (1-0).

Mientras mantiene su persecución del Barcelona y mientras el futuro de Lucas, en la grada por lesión, y el Bayern sobrevolaban el ambiente, igual que el homenaje previsto para Gabi, el Atlético mantiene pendiente la renovación de Oblak, cuya transcendencia es infinita.

El mejor portero del mundo y el delantero francés también fueron los mejores del Atlético del partido. Desde el primer tiempo, que, salvo el fogonazo local del principio y la reacción en el tramo final, fue del Espanyol. En cuanto tuvo la pelota, en cuanto se sacudió la presión, dirigió el duelo cerca de sus pretensiones.

Sólo Griezmann disparó al marco rival. Primero con un zurdazo en el minuto 20; después, ya cuando se avistaba el descanso, con una rosca con la derecha e, instantes más tarde, con una volea dentro del área, todas repelidas con apuros por Diego López para emular las intervenciones que había hecho Oblak entre uno y otro momento.

Entre esas ocasiones, la mejor solución que tuvo el Atlético fue el portero, el muro que se opuso contra la realidad entonces del partido, contra la agilidad en los últimos metros blanquiazul y, sobre todo, contra un sensacional delantero como Borja Iglesias, por momentos incontenible para Savic y Godín por velocidad y desparpajo.

Ahí apareció el portero esloveno. Ya le había avisado Granero con una vaselina; la misma destreza que empleó Borja Iglesias cuando agarró la pelota desde su campo mientras los dos centrales del Atlético corrían detrás de él en una frustrante persecución que sólo pudo contener Oblak, que voló para despejar un precioso recurso.

Al intermedio, 0-0. Porque ni había aprovechado su momento el Espanyol ni lo había hecho, después, el Atlético de Oblak y Griezmann, los dos argumentos individuales este sábado de un equipo más que gris en lo colectivo, que respiró a través de un barullo en el área con un penalti sobre Koke. Anotó Griezmann, un alivio para el Atlético y un golpe irrecuperable para el Espanyol que fue incapaz de recuperarse.