Las elecciones federativas obedecen a un teórico modelo de democracia representativa, con mecanismos de equilibrio a nivel estamental y territorial. En la práctica, los candidatos no tienen que convencer a todos los individuos vinculados a la institución, sino a los 150 que elegirán como sus representantes en la asamblea general -el presidente tiene el voto 151º-. Es un intrincado juego, cuyos resortes conocen perfectamente en ambas trincheras. De ahí lo incierto de estos comicios.

Los asambleístas tienen autonomía, aunque se supone que obedecen a una difusa voluntad general de sus electores. El 29 de octubre se celebra esa primera elección a la asamblea que en pura teoría irá aclarando la situación. En el equipo de Louzán entienden que disponen de antemano de 44 votos, ya que no distinguen adversarios de la candidatura de Falque y Liñares. Serían los 13 delegados de Lugo (9 de clubes y 4 de jugadores), los 20 de Pontevedra (16 y 4), el del fútbol gaélico, el de futbolistas de alto nivel, el del club femenino de fútbol sala y los 8 de árbitros (7 de fútbol y el de fútbol sala). Louzán necesitaría 31 votos más, sin contar el suyo, para asegurar su reelección.