El fútbol vuelve a poner en marcha el reloj. Se inicia la cuenta para el siguiente Mundial para el que restan cuatro años y cuatro meses tras la decisión de la FIFA de que el torneo de 2022 en Qatar se juegue entre los meses de noviembre y de diciembre para escapar del calor lo que va a suponer un disparate de calendario para los campeonatos ligueros. Rusia deja un torneo bien organizado, sin apenas incidentes (uno de los grandes temores en las semanas previas) lo que demuestra la eficacia de su seguridad, pero en el que las peores noticias llegaron desde dentro del terreno de juego por lo mediocre del espectáculo.

neymar-cristiano-messi

Estaban en todas las quinielas como los grandes aspirantes al trono del Mundial. Los tres fracasaron. Cada uno a su manera. Sus selecciones se fueron para casa antes de lo previsto y sus actuaciones individuales resultaron decepcionantes. El portugués sostuvo a su país en la primera fase, pero luego no apareció en el cruce de octavos de final. Messi fue la imagen de la desgracia argentina, un equipo incapaz de encontrar una brújula y que ha terminado por contagiar al mejor jugador del mundo. Neymar tuvo un papel menor en Brasil donde los focos los acaparó Coutinho y algún otro secundario. La lesión que sufrió hace meses condicionó su preparación y evidentemente su rendimiento.

Las grandes selecciones

Los grandes equipos que llegaban a este Mundial con la vitola de favoritos se pegaron un tortazo monstruoso. Brasil, Argentina, Alemania y España (los cuatro equipos que todo el mundo citaba como aspirantes a presentarse en la final de ayer) se marcharon mucho antes de lo previsto. De ellas solo Brasil llegó a cuartos de final. Tremendo lo de Alemania que no pasó la primera ronda.

Pocas estrellas nuevas

El Mundial no saludó la llegada de nuevas estrellas. Fracasaron los que estaban destinados a acaparar protagonismo y apenas asomaron nuevas caras. Se confirmó el papel estelar de Mbappé o de Griezmann en Francia, la pareja que forman De Bruyne y Hazard en Bélgica; la generación croata (que acabó con Modric como Balón de Oro del torneo) y poco más. Luego hubo apariciones fugaces de algunos jugadores, pero ninguno de ellos salió convertido en gran estrella. En eso el Mundial no ha llegado para cambiar el panorama del fútbol planetario. Incluso Kane, máximo goleador, tampoco dejó una actuación brillante que le permita llegar a su país con la cotización desatada. Anotó, pero sin llamar en exceso la atención. Muchos penaltis en la primera fase ante rivales débiles y en los choques de verdad ya no se le vio.

el balón parado

El gran recurso ofensivo del Mundial. Con los partidos cerrados, con los equipos bien pertrechados y preparados para resistir, la estrategia se transformó en el gran arma de buena parte de los equipos. El VAR (que llevaba a extremar la precaución en estas acciones), la talla de los jugadores y el buen trabajo de los estrategas. El 43% de los goles del Mundial han llegado en jugadas a balón parado. Setenta y tres de los goles de esta Mundial (169 fueron en total) se ha anotado en esta suerte de jugadas. Y los defensas han doblado las cifras habituales de goles en los Mundiales. Una idea del peso que ha tenido y que sobre todo han explotado dos equipos: Francia e Inglaterra. Ambos llegaron a semifinales y uno de ellos acabó como campeón.

jugar a esperar

El Mundial se jugó sobre todo a esperar al rival. Fueron pocas las selecciones que se tiraron en busca del rival y que propusieron algo diferente. La mayoría no dijeron gran cosa al final en el torneo como Perú, México, Japón.... El paso de los partidos dejó el fútbol en manos de equipos que se armaron desde atrás, que jugaron a esperar al rival y que apretaron solo cuando se vieron en problemas. Bélgica y Croacia, de los semifinalistas, fueron los que llegaron lejos con una propuesta diferente.

emoción

Es lo mejor de este torneo. Partidos resueltos en los últimos minutos, penaltis, prórrogas...eso compensó en muchos momentos la ausencia absoluta de juego en un Mundial olvidable.