José María Giménez, en el minuto 89, en un remate de cabeza agónico a la salida de una falta botada desde el costado derecho por Carlos Sánchez, acabó con la resistencia de Egipto, que estuvo a un paso de amarrar un empate sin Mohamed Salah y con una buena actuación de su portero, Mohamed El Shenawy.

Uruguay, que no ganaba su primer partido de una Copa del Mundo desde México 1970, cuando derrotó 2-0 a Israel, rompió una maldición que duraba 48 años. Lo hizo cuando parecía que esa maldición se iba a alargar cuatro años más después de un encuentro en el que sus delanteros se quedaron sin pólvora. Sobre todo Luis Suárez, que falló cuatro ocasiones claras que no suele errar, mientras que su compañero de batalla, Edinson Cavani, se encontró con el palo y con el portero, que hizo un paradón al jugador del París Saint Germain justo antes del tanto de Giménez.

Pero antes del inicio del choque, prácticamente sólo se repetía un nombre: Mohamed Salah. La incógnita sobre si podía jugar no se había resuelto, aún no era segura su recuperación y se alimentaban todas las teorías. Su seleccionador, Héctor Cúper, en la víspera, aseguró que iba a estar sobre el césped del Ekaterimburgo Arena.

Tal vez fue una estrategia del técnico argentino. Anunció la más que probable alineación de su estrella para intentar despistar a Óscar Washington Tabárez, que una hora antes supo que Salah vería el encuentro desde el banquillo.

Sin el jugador del Liverpool, Egipto perdió a su único hombre capaz de ofrecer algo diferente y se encomendó al orden y al contragolpe para sorprender a Uruguay, que salió al campo con una buena ristra de jóvenes jugadores que revolucionaron el estilo del combinado charrúa.

Sólo a trompicones llegaron las ocasiones charrúas con dos disparos a la red lateral de la portería defendida por Amed El Shenawy, sustituto de Essam El Hadary, que fue suplente y se quedó sin conseguir el récord de convertirse, con 45 años, en el jugador más veterano en jugar un partido de un Mundial.

Luis Suárez no acertó y Uruguay se fue de vacío al descanso. Dominó y tuvo la posesión, pero no ocurrió casi nada. Todo se decidiría en la segunda parte, que comenzó de nuevo con otra ocasión del barcelonista, que falló un mano a mano ante el portero. El delantero azulgrana erró todo lo que no suele errar. Su regreso a un Mundial después del mordisco al italiano Giorgio Chiellini en Brasil 2014, no le estaba sentando bien. Sólo Diego Godín, de la columna vertebral charrúa, estuvo imperial atrás, mientras que Cavani fue muy intermitente.

Tabárez, cansado de tanto movimiento de balón con cero verticalidad, sacó al campo al "Cebolla" Rodríguez y a Carlos Sánchez y quitó a dos de sus jóvenes cachorros, De Arrascaeta y Nandez. Quería más electricidad y tampoco la consiguió.

El encuentro se convirtió en un correcalles en el que tampoco hubo oportunidades claras salvo un disparo desde fuera del área de Ahmed Fathi, otro mano a mano entre Luis Suárez y El Shenawy en el que se atascó otra vez el uruguayo, una volea de Cavani que salvó el portero egipcio y una falta que lanzó el delantero del PSG al palo

Y cuando todo parecía destinado al 0-0, apareció Giménez para volar por encima de toda la defensa egipcia y romper la maldición del estreno de Uruguay en los últimos mundiales. Después de 48 años, consiguió, por fin, una victoria en su debut mundalista.