Iago Aspas se convirtió ayer en Sochi en el quinto jugador del Celta en debutar en una Copa del Mundo y el tercero formado en la cantera del club vigués en disputar un Mundial tras Jorge Otero y Míchel Salgado, aunque éste llegó al Mundial de Alemania 2006 como jugador del Real Madrid.

El estreno del moañés fue agridulce. Iago pudo cumplir con un sueño alimentado desde niño, pero su protagonismo en el choque fue menor de lo que él deseaba ya que Fernando Hierro, el nuevo seleccionador español, decidió dejarlo en el banquillo. Por eso, al atacante céltico su primer partido como mundialista le supo a poco. Y tambiénm porque la felicidad del debut se vio inevitablemente empañada por la amargura del empate, agrio por la incapacidad de la selección para trasladar al marcador su evidente superioridad sobre el campo.

Fernando Hierro apostó por Diego Costa, el nueve preferido también por Lopetegui, y el punta colchonero respondió a la confianza del técnico con dos golazos. David Silva e Isco Alarcón acompañaron a Costa en el frente ofensivo con buenas prestaciones, aunque escasa puntería. Tal vez le habrían ido mejor las cosas a la selección con Iago en banda, como complemento d Costa, pero al igual que su predecesor, el nuevo seleccionador prefirió emplear al moañés como recurso de banquillo.

En tales condiciones, el Aspas no tuvo casi oportunidad de lucimiento. El moañés ingresó en el campo en el minuto 76 en sustitución del delantero del Atlético de Madrid con el partido aparentemente encarrilado y apenas si pudo tocar un par de balones. Le perjudicó seguramente el momento, pues en el instante en que salió al terreno de juego España ganaba por 3-2 tras dar la vuelta al partido y administraba su ventaja defendiéndose con el balón, estirando la posesión en un prolongado y elegante rondo que denotaba su clara superioridad técnica sobre los portugueses.

Cuando Iago entró en juego, la Roja parecía más preocupada de gestionar sin complicarse la vida su ventaja que de buscar un cuarto gol que habría convertido el choque en una misión imposible para sus rivales. Aun así, el artillero céltico se las ingenió para probar fortuna contra el portal de Rui Patricio tras recibir la pelota de David Silva. Aspas enfiló la frontal del área y trató de sorprender al cancerbero portugués desde la distancia. Infelizmente, el disparo le salió demasiado al morracense centrado y el portero luso atrapó fácilmente la pelota. Entonces era aún un hombre feliz; poco después el tercer gol de Cristiano le aguó la fiesta.