La marcha de Lopetegui y la llegada de Fernando Hierro, aunque matizada por la continuidad en el sistema de trabajo y el estilo, genera o al menos acentúa ciertos interrogantes que el técnico vasco todavía no había resuelto a nivel público. Se supone que Hierro apostará por el equipo base con el que trabajaba su antecesor de cara al partido contra Portugal. Pero en esa alineación inicial había dos puestos al menos por resolver: Thiago o Coke como acompañantes de Busquets e Iniesta en la medular y la identidad del delantero que completará el tridente ofensivo junto a David Silva e Isco.

Y este último dilema es el que afecta directamente a Iago Aspas, que estaba esprintando en los últimos amistosos y entrenamientos, aunque cuesta arriba. Lopetegui se ha ido dejándole sensaciones encontradas. Ha sido uno de los doce debutantes durante su breve mandato, presente en casi todas sus convocatorias pero con escasos minutos. Los ha aprovechado al máximo -cinco goles, quinto máximo goleador de la era tras Silva (11), Isco (9), Morata (7) y Diego Costa(6)-. Seguramente Iago ha merecido más. Pero a la vez Lopetegui supo resistir las presiones mediáticas que le invitaban a apostar por Morata.

Aspas empleó ayer las redes sociales, como otros compañeros, para realizar una breve proclama. "Seguimos trabajando juntos", escribió. Nada se sabe de su parecer sobre la incorporación al cuerpo técnico de Carlos Marchena. El Sevilla ha dado permiso a su actual adjunto a la dirección de fútbol, dado que se trata de "una situación extrema y sobre todo puntual", para incorporarse a la Roja en calidad de enlace federativo. En su último encuentro sobre una cancha, en marzo de 2013, Aspas le dio un cabezazo al sevillano y fue expulsado del derbi gallego, que el Celta perdió por 3-1. Es quizás el episodio más oscuro en la leyenda celeste del moañés, que se redimiría quebrando la cintura de Colotto para asistir a Insa y dejar al Celta en Primera mientras Marchena descendía con el Deportivo a Segunda. Ahora se reencuentran en Krasnodar.