Cristóbal Parralo se cruzó con Clarence Seedorf en Abegondo antes de poner punto y final a su etapa como entrenador deportivista. Se comportó como el hombre de club que el presidente, Tino Fernández, vio en él cuando le encargó reflotar al equipo después de su éxito en el Fabril.

Tanto apreciaba el mandatario esa cualidad en Cristóbal que después de destituirlo le ofreció continuar en el organigrama técnico. "El presidente me dijo que no quería que me marchara, pero ahora mismo no me veo continuando en el club. Soy entrenador y lo que quiero es entrenar. Han sido meses duros y difíciles y lo que quiero es descansar, resetearme y a partir de ahí ver qué me depara el futuro", desveló.

"No voy a reprochar absolutamente nada a los jugadores. Mi destitución es porque los resultados no han acompañado", razonó ayer en su despedida."No vine a hacer amigos, sino a hacer un equipo y que el equipo funcionara. No sé si los jugadores me respaldaban o no, pero a mí nunca me han abandonado las fuerzas y es lógico que después de según qué partidos cueste asimilar las derrotas, pero he intentado reponerme", aseguró. "Yo no he bajado los brazos y no creo que los jugadores hayan bajado los brazos porque no creo que pudieran permitírselo".