Con el tiempo reglamentario ya cumplido llegó la patada a seguir que hubiera proporcionado al Kaleido Universidade de Vigo el doble bonus. Tres jugadores persiguieron el oval, sin ningún adversario en el horizonte. El bote y el viento, sin embargo, guiaron el balón hacia la línea de banda. Se pudo incluso remontar en la segunda mitad ante el poderoso Babyauto Zarautz. Es pronto todavía en su proceso de crecimiento. Son las fronteras invisibles que el XV del Olivo no está preparado para cruzar, su techo de cristal.

El Zarautz compite con el Bathco por la segunda posición, visto que el Colina Clinic burgalés se muestra inabordable en el liderato. Los vascos exhibieron todo su potencial en la primera mitad. Abrió el marcador Carlos Davila, el delantero pateador, en una decisión significativa: un golpe de castigo centrado pero a 40 metros, de los que Maxwell siempre ordenaba jugar a touch. El neozelandés confía en el canterano. Dispone al fin de una amenaza de larga distancia.

Pero a los vascos no les dolió el 3-0. Encerraron al Kaleido en su 22, encadenando fases, ya a la mano, ya por delantera; más altos, más rápidos, más fuertes. No fue hasta el minuto 37 que Carlos de Cabo sacó en estampida a los suyos a respirar en el campo contrario. Los locales, aunque blandos en el placaje, se habían aplicado con energía épica sobre el abismo, limitando el castigo. El 3-19 era un resultado aceptable.

Maxwell jugaba con la ventaja de un banquillo más amplio. El Zarautz había viajado a Vigo con solo tres suplentes y daba la impresión de querer abrir la mayor distancia posible antes de experimentar un bajón físico. El XV de Olivo se mostró más brioso desde la primera acción tras el descanso. Elevó la línea de presión y corrió a rebufo de un Tatatu metafórica y literalmente desmelenado en sus acometidas. Pero un viaje temporal del tongano al banquillo para curarse una brecha y dos ensayos vascos por maul, en respuesta a otros tantos ensayos vigueses, neutralizaron una reacción que con el 15-26 del minuto 50 parecía poner incluso el triunfo al alcance.

El Kaleido ya dominó lo que restaba desde el 15-33 al final, incluso tras la expulsión temporal de Carlos de Cabo en el minuto 62 y más cuando le siguieron las amarillas a los visitantes Irazusta (66) y Huxford (69). El Kaleido se aproximó hasta esa distancia del doble bonus, a solo un ensayo de acumular cuatro y perder por menos de siete. Hugo amagos, opciones mal culminadas o frenadas por el árbitro. Al final, el equipo debe conformarse con el coraje de la reacción, los momentos de buen juego y haber añadido experiencia a esos jóvenes que un día romperán el techo.