Roque Mesa, tan elegante en sus declaraciones a Bein como sobre el césped, asume la derrota con "sabor amargo. A nadie le gusta perder y más como lo hemos hecho hoy", indica. "En la primera parte nos han pasado por encima, nos han apretado bien, han sido muy intensos. Se han puesto por delante y ha sido muy difícil. No hemos tenido la continuidad de partidos atrás a la hora de tener la pelota. Eso nos ha pasado factura. Ellos han sido claros ganadores y merecedores de la victoria". E incluso añadirá después que no le concede importancia al gol mal anulado: "Esto es fútbol. El árbitro ha considerado que es fuera de juego. Siempre pienso lo mismo, a veces te dan y a veces te quitan".

Ese análisis del adversario refuerza la opinión que ofrecen los célticos sobre su propia superioridad, que consideran incontestable. Y contrasta con un dato estadístico muy específico: el Las Palmas se impuso en la batalla por la posesión del balón, un factor que en el análisis previo se antojaba decisivo. No lo fue. Los canarios tuvieron el balón durante más del 60 por ciento del tiempo.

La recta final, en la que el Celta optó por guarecerse en su ventaja, propicia este desequilibrio. Pero también el uso tan vertical que el conjunto celeste tuvo del balón. La plantilla parece haber superado aquel cierto bajón físico con el que concluyó el mes de febrero. Y este parón por los compromisos de selecciones ha reforzado el plan diseñado por Berizzo y su cuerpo técnico al inicio de temporada, considerando también que muchos de los internacionales apenas tuvieron desgaste en estos diez últimos días.

Esa frescura de todas las piezas, un requisito imprescindible en la marca al hombre, se tradujo en una presión tan elevada como agobiante sobre un Las Palmas que tenía muchas dificultades para trasladar la pelota al último tercio de cancha, donde la necesita Viera para ejercer de director de orquesta. El Celta le taponó las salidas a Roque Mesa, robó el balón muchas veces en la medular o antes. Y apostó por una mayor verticalidad para aprovechar el desorden de la defensa canaria, demasiada adelantada y sorprendida en el cambio a la fase ofensiva gracias a los robos.

Berizzo vuelve a probar que ha construido un proyecto de autor, muy reconocible en su ideario, fiel a su agresividad atacante, pero capaz de introducir matices en la fórmula. De esta forma, supo neutralizar al Las Palmas, que tuvo mucho el balón pero se va de Balaídos sintiendo que en realidad se lo arrebataron, como puede colegirse de las declaraciones de Mesa. Un Celta que aceleró de forma vertiginosa su fútbol, en esta ocasión más de velódromo que de salón.