- ¿El problema de esta semana ha consistido en que los jugadores mantengan la intensidad tras la goleada en Pasarón?

- En muchos momentos puede ser ese el caballo de batalla. Pero nosotros estamos encontrando regularidad mental. El punto de relajación no existe. Sobre todo en este momento nos sentimos cómodos con la situación, afrontando cada semana partidos duros, que hasta el momento vamos solventando.

- No le gusta a usted hablar de fase de ascenso, pero cada vez resulta más inevitable.

- Yo entiendo que nuestra gran ilusión es estar en esos puestos de privilegio al final de Liga y nos creemos capaces. Tampoco nos incomoda afrontar este reto. Pero no queremos que se insista mucho o tener siempre presentes esos puestos de play off a falta de tantas jornadas. En el día a día, al afrontar el partido de cada semana, nos gusta centrarnos en el objetivo de sumar tres puntos. En ese hábitat nos gusta vivir, concentrados en el rival, en la búsqueda de una competitividad y un nivel de juego que nos proporcionan confianza.

- Llegó con el equipo casi condenado al descenso. Un año después es tercero.

- Era difícil imaginárselo. Es un contraste. Cuando inicié esta segunda etapa, el objetivo era salvar al equipo del descenso. Se tuvieron que hacer muchos puntos para lograrlo. Los jugadores han crecido mucho, han progresado. Esta gente joven, en el momento que empieza a ganar confianza, tiene el techo muy alto. Es uno de los secretos. También se acertó al traer a otros que se han complementado muy bien con los que se habían quedado. Ha sido un acierto.

- ¿Además del funcionamiento colectivo, hay jugadores que se están mostrado para una posible oportunidad en el primer equipo?

- Un equipo progresa como conjunto cuando individualmente también lo hace. Los jugadores han ido asentándose, en la especialidad que cada uno tiene en su posición. Han alcanzado un punto de confianza que les hace madurar y les permite tener un rendimiento constante a nivel formativo y competitivo. Han sabido buscar ese punto de equilibrio entre la mejora individual, la capacidad para resolver partidos y la lectura de cada momento.

- Borja Iglesias acapara mucha atención con su juego y sus goles. Al ser mayor de 23 años, cualquier oportunidad con el primer equipo le impediría regresar al filial y eso frena sus opciones. ¿Cómo lleva esta situación?

- Él y yo hemos hablado muchas veces de esta situación. Es un chico muy querido en Vigo, que lleva muchos años en la casa. Todo el mundo respira por que tenga esa oportunidad en el primer equipo. Pero la realidad y la objetividad son que no hubo una apuesta grande por él. No hablo solo de la exigencia del primer equipo, también de equipos de superior categoría que estuviesen convencidos de que Borja iba a aportarles una mejora, en Segunda por ejemplo. Él ha entendido que la temporada iba a ser buena, que íbamos a tener objetivos diferentes y que él tenía que hacer un año para convencer y reactivar esa alarma, llamar la atención en otros equipos o el propio club. Necesitaba ser más constante en su juego, ser más ese Borja que acabó siendo en la recta final de la pasada campaña, goleador y competitivo. La continuidad, la madurez y la posición del filial en la clasificación le pueden valer para ser un primer espada en un equipo que le apetezca. Está convencido de que ha empezado y tiene que acabar un año que marcará su carrera deportiva.

- Creo que se fue en su primera etapa sintiendo que el club debía haber confiado más en usted después de lograr la salvación con los mayores. Era una época muy diferente. ¿Qué perspectivas tiene ahora a partir de junio?

- Todo lo que se me pueda pasar por la cabeza casi nunca ocurre. Hubo un gran aval en mi trabajo cuando cumplí con el club en la otra etapa, tanto en el filial como en el primer equipo. La decisión final fue la de no quemarme en una situación tan difícil como la que tenía en ese momento el primer equipo. Entiendo que esa confianza se ha vuelto a depositar en mí volviendo a Vigo y al Celta B. Como entrenador del filial siempre ilusiona que cuenten con uno. En este mundo todo lo que puedas planear nunca sale. Hay que saber vivir con el 30 de junio, que las sensaciones sean buenas. Si acaba bien el año, tendrá una gran repercusión y reafirmará mi trabajo. Soy un entrenador que vive del trabajo, no de la imagen o de las relaciones públicas. Vivo de los números y de la capacidad que los demás puedan entender que tengo. Esto es muy bueno para mí. ¿Qué va a pasar? No lo sé. Evidentemente espero una buena respuesta del club, sé que confían mucho en mí y es a lo que me puedo sujetar.