Los chinos y Balaídos. Acostumbrados a que las juntas de accionistas del Celta se conviertan en un rosario de reclamaciones de los más diverso, la celebrada el pasado lunes en el Auditorio Mar de Vigo pasó de puntillas por cualquier asunto que no fuese la posible compra del club por parte del grupo asiático o la propuesta de Carlos Mouriño de comprarle al Concello el estadio de Balaídos. Extraña en los contenidos. También en algunas formas. Después de años en los que poco menos que se escuchaba el trinar de los pájaros, el lunes regresaron las voces desde el patio de butacas y algunos enfrentamientos entre accionistas (siempre puntuales) que parecían desterrados de la vida del Celta. Incluso regresó el que hasta hace unos años era habitual enfrentamiento del presidente con Pablo Viana, exabogado del Celta y de los intereses de Diego Placente, uno de los grandes accionistas de la sociedad. Fue como un pequeño salto en el tiempo. Y sin llegar a los niveles de crispación de las primeras juntas de accionistas tras tomar el control del Celta, la de esta semana ha sido la más tensa a la que se ha enfrentado Mouriño en los últimos años. Por el tono y por el fondo de lo que se discutía de lo que se hablaba. Casi todo el mundo salió con la misma opinión con la que entró. El convencido por las tesis de su presidente, las defiende ahora con más vehemencia; el que está en contra, permanece inmóvil en esa trinchera.

Pero hubo tiempo para alguna otra cosa. Por ejemplo para que la afición saldase cuentas con el vicepresidente Pedro Posada a raíz de unas declaraciones sobre la posible venta del club en las que apuntaba que "hoy en día todo se vende" y en las que animaba a comprar a quienes estuviesen en contra de la operación. Reyes Alvarez, presidenta de Terra Celeste, se centró en el vicepresidente y le lanzó un mensaje tan claro como contundente: "Señor Posada, la afición no se vende ni se compra. Respétela. Cuando hable con nosotros no lo haga con ese desprecio, por lo menos hágalo con respeto. Si tuviésemos dinero seguramente sí compraríamos el Celta, pero usted no sería el vicepresidente del club". Tomó la palabra entonces el vicepresidente. Echó manos del tan recurrente "error de interpretación" , pero acabó diciendo lo que debía: "Le pido disculpas si se han sentido ofendidos". Y se acabó el asunto.

Por lo demás volvieron a surgir las preguntas sobre la no existencia de un equipo femenino en el Celta (Mouriño culpó de eso a la inexistencia de una ciudad deportiva y a la sobreexplotación que sufren los dos campos de A Madroa que dan cobijo a todos los equipos menos al primero y el filial), algunas deficiencias en la nueva grada de Tribuna (el presidente recordó que ellos no están haciendo la obra, pero algunas cuestiones se van a ir subsanando en las próximas semanas), el no uso de la grada de fondo para gente sin recursos (el club señaló directamente al Concello que es quien debe repartir las localidades para esa zona del estadio) y finalmente los precios de los abonos. Como un disco que se repite a todas horas, Mouriño esgrimió el argumento de que el Celta está a la cola en ese sentido: "Es el cuarto con la media de abono más barato. Y no son datos del Celta, sino que se pueden consultar en la Liga de Fútbol Profesional". Pero los accionistas trataban de asimilar esa argumentación después de escuchar que el club había elevado su presupuesto hasta los 77 millones de euros y que solo de la televisión llegarían casi 48. Paradojas de este fútbol.