El malestar de buen parte de la afición celeste con el exceso de celo en la vigilancia del cumplimiento de las medidas de seguridad que exige la Liga de Fútbol Profesional (LFP) en el acceso a los estadios se hizo ayer patente con los silbidos con que una significativa parte de la grada recibió la salida al campo del equipo. Sesenta peñas célticas firmaron esta semana un escrito en el que se quejaban de los malos modos empleados por los vigilantes que supervisan el acceso al campo y que ayer fueron de nuevo demasiado exigentes, rayando en ocasiones el ridículo, con las bufandas que portaban los aficionados.

La decisión de controlar las bufandas con que los aficionados entraban al campo, preguntando en algunos casos si éstas eran legales, encendió los ánimos de una buena parte de la grada, disconforme con la actitud con la que el club ha tratado algunos casos concretos --el detonante del conflicto fue echar del campo a un veterano socio que portaba una vieja bufanda del grupo Celtarras en la reciente visita del Villarreal a Balaídos- y a quienes tampoco convencen las explicaciones que los responsables del club han dado a una reducida parte de las peñas durante la reunión celebrada el pasado jueves en la sede de Plaza de España. El resultado es que la mitad de la grada decidió ayer no cantar el himno ni alzar sus bufandas, cuando no silbar, la salida del equipo al campo. Los silbidos se volvieron además generalizados cuando los videomarcadores del estadio emitieron el anuncio de la LFP contra los cánticos ofensivos en el fútbol. La protesta de los aficionados se limitó en todocaso, a los compases iniciales del encuentro. Luego los gritos de aliento al equipo fueron unánimes.