El Alarcos sigue adelante en la Copa del Rey gracias a su victoria por 24-23 ante el Octavio, en un partido muy igualado que se decantaba del lado manchego con un gol de Lumbreras en el último segundo, en una acción muy protestada por los gallegos. El Bada Huesca será el rival del Alarcos el 28 de octubre. El Octavio, pese al disgusto, tampoco tenía como prioridad seguir adelante en la Copa. Las lesiones de Corcera y especialmente Silva, y el mal arranque liguero, obligan a concentrar las energías. Jabato quería que sus chicos recuperasen sensaciones en Ciudad Real y ese objetivo se consiguió.

Los primeros treinta minutos fueron buenos para el Octavio, especialmente en defensa. Después de un arranque de encuentro más o menos igualado, los locales se atascaron de un modo incomprensible en responsabilidades ofensivas. Los de Jabato, sin grandes alardes pero sin apenas errores y con Lloria como el más destacado, le metieron una marcha más al partido (7-11, minuto 27). El portero manchego, Mario Blanco, mantenía a su equipo con vida al descanso (9-11).

En la segunda mitad todo cambió. El duelo pasó de estar trabado a demasiado suelto. Empezó mejor el Alarcos (12-11). El Octavio respondía (12-14). Le tocaba mover a los locales, con cuatro dianas seguidas (16-14), continuando el guión de una segunda mitad desatada.

Lloria neutralizaba tres penas máximas. La eliminatoria entraba en su recta definitiva con todo por decidir. Los vigueses volvían a tener el partido en sus manos gracias a sus contragolpes y a un efectivo Iglesias (20-22). Pero el Alarcos volvió a forzar el empate (23-23). A falta de 30 segundos para el final Javier Márquez pidió tiempo muerto para ordenar la jugada. Nadie hizo bien su papel, pero la fortuna quiso guiñarle el ojo a los ciudadrealeños: el balón, perdido, volvía a las manos de Nelson Espino, que descerrajaba un tremendo lanzamiento que hacía temblar el larguero. El rechace lo capturaba, en el aire, Juan Lumbreras, que sólo tenía que introducirlo en la meta gallega en el último segundo, con los vigueses protestando una posible invasión del área del pivote local.